Los dieciocho autorretratos conocidos del artista se “esconden” entre las obras de la exposición permanente
nnn Desde el Laxeiro inmortalizado en una acuarela en 1930 a su versión picassiana de 1977, la Fundación Laxeiro logró reunir los dieciocho autorretratos que se conocen del artista y presentarlos en una exposición temporal, “escondida” en la muestra permanente .
Comisariada por Carlos L. Bernárdez, responsable también de la retrospectiva de Colmeiro en el Marco, se centra “en el camino que este género va recorriendo a lo largo del siglo XX y como el problema de la autorrepresentación va cambiando desde una fase testimonial e incluso al aprendizaje hasta un estadio de conflictividad entre la pintura y su función representativa, que coincide con el acercamiento del artista a los postulados formalista”, según recoge la hoja comisarial. Refleja además la evolución en la interpretación de su propia imagen.
La muestra, que se inaugurará mañana y permanecerá en sala hasta el 17 de mayo, incorpora a los cinco autorretratos de la colección permanente, cuadros cedidos por colecciones privadas. Así, desde la Fundación destacan obras poco difundidas como la acuarela de 1930, que no fue expuesta desde la monográfica del CGAC de 1996.
De los años treinta también incluye una reproducción (la original desapareció) del dibujo en tinta, publicado en “El Pueblo Gallego” (1932), dos autorretratos de 1934, uno de su época granítica cedido y de la imagen adolescente que conserva la Fundación. Dos años después realizó uno de perfil, con influencia de Rembrandt. Finaliza la década con una obra inédita, el dibujo de lápiz de 1938, en el Frente de Asturias. Se recupera para la exposición, la representación de 1948 que ilustró la primera monografía de Laxeiro de José Ruibal. El lenguaje contemporáneo aparece con el informalismo, de 1952, ya desde Buenos Aires, finalizando con la estética picassiana de 1977.n
Comisariada por Carlos L. Bernárdez, responsable también de la retrospectiva de Colmeiro en el Marco, se centra “en el camino que este género va recorriendo a lo largo del siglo XX y como el problema de la autorrepresentación va cambiando desde una fase testimonial e incluso al aprendizaje hasta un estadio de conflictividad entre la pintura y su función representativa, que coincide con el acercamiento del artista a los postulados formalista”, según recoge la hoja comisarial. Refleja además la evolución en la interpretación de su propia imagen.
La muestra, que se inaugurará mañana y permanecerá en sala hasta el 17 de mayo, incorpora a los cinco autorretratos de la colección permanente, cuadros cedidos por colecciones privadas. Así, desde la Fundación destacan obras poco difundidas como la acuarela de 1930, que no fue expuesta desde la monográfica del CGAC de 1996.
De los años treinta también incluye una reproducción (la original desapareció) del dibujo en tinta, publicado en “El Pueblo Gallego” (1932), dos autorretratos de 1934, uno de su época granítica cedido y de la imagen adolescente que conserva la Fundación. Dos años después realizó uno de perfil, con influencia de Rembrandt. Finaliza la década con una obra inédita, el dibujo de lápiz de 1938, en el Frente de Asturias. Se recupera para la exposición, la representación de 1948 que ilustró la primera monografía de Laxeiro de José Ruibal. El lenguaje contemporáneo aparece con el informalismo, de 1952, ya desde Buenos Aires, finalizando con la estética picassiana de 1977.n
