Opinión

tiki-taka en el concello

Ya está en marcha la nueva edición del tiki-taka municipal, cuyo final resulta tan previsible como una jugada de La Roja que arranca desde Busquets, aunque sin duda con mucha menor brillantez. Como en anteriores ocasiones, siempre por esta época, el BNG presenta sus exigencias irrenunciables para realizar inversiones y señala que la aprobación del presupuesto municipal va en ello. A continuación, el alcalde dice de forma más o menos abierta que le parece todo muy bien y pasa la pelota al Bloque, que amaga con romper relaciones, para finalmente añadir sus tres votos para que el gobierno local vuelva a contar con dinero para gastar. Así llevamos seis años, cuatro en una coalición de derecho y otros dos en otra de hecho. El último episodio plenario define las relaciones PSOE-BNG con el visto bueno del grupo nacionalista a las ayudas públicas a las aerolíneas tras pasarse semanas rechazándolas de plano.

El BNG se dice oposición, pero es gobierno y así lo entiende el titular de la Corporación, que con 11 ediles (ahora de nuevo con 10 por enfermedad) gobierna tranquilamente y sin verse obligado a dar cuentas como amo y señor del cortijo sabiendo que siempre que la situación lo exija –gastos, inversiones, presupuesto e investidura- podrá contar con el respaldo nacionalista, que nunca se pondrá del lado del PP ni por acción ni por omisión.

Cierto que aún no ha llegado el asunto a los límites de Cataluña, donde el primer partido de la oposición, ERC, es al mismo tiempo el socio necesario del gobierno de Mas, una pirueta que merece un estudio. Hay una diferencia: ERC tiene atrapado a CiU y saca rédito político y el Bloque, en cambio, parece cautivo.

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