Opinión

EL REGALO A MÁLAGA

Supongo que erigirán cualquier día de estos en Málaga un monumento al alcalde de Vigo como recuerdo de su breve paso por la presidencia de la Autoridad Portuaria. Breve, cierto, pero no estéril: al protagonista le valió de plataforma para proyectar su hasta ese momento semi-desconocida imagen y conseguir la Alcaldía, que no era su objetivo final sino único, y a la ciudad andaluza para conseguir la base de contenedores para la península de la empresa Maersk, pese a que estaba previsto que se instalara en el puerto vigués.

Lo ocurrido ya forma parte de la historia y en estas páginas se ha contado, explicado por sus propios protagonistas: los directivos de la multinacional que domina el comercio marítimo internacional se presentaron en el despacho de la Autoridad Portuaria, en la plaza de la Estrella, para ofrecer la instalación de un centro de distribución de contenedores con sede en el puerto vigués. Para ello, reclamaron una superficie no menor de 30.000 metros, aunque exigían 50.000. Caballero, entonces al mando, aprovechó la ocasión para hacerse un par de fotos con los responsables de Maersk, que se mostraron asombrados y nada satisfechos por convertir una reunión de trabajo en un acto público. Pero todavía menos contentos se quedaron cuando comprobar 'in situ' que la zona que el Puerto facilitaba a Maersk estaba ocupada en su práctica totalidad. Tras dar los buenos días, los responsables de la naviera se despidieron y encontraron en Málaga una receptividad cuantificable: pasó de 220.00 contenedores en 2005 a 400.000 en 2006, mientras Vigo se mantenía en 210.000. Lo dicho, un monumento.

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