Opinión

sin legitimidad ni contrapeso

Es triste que esta ciudad tenga que ver cómo su alcalde dedica el tiempo a hacer oposición a la Xunta y a tratar de liquidar a quienes no le rinden pleitesía. Esta semana, la histórica asociación de vecinos de Navia se quejaba de que Abel Caballero había recibido como representantes del barrio a un colectivo que sospechan promovido desde la Alcaldía. Lo mismo pasa con la Federación Vecinal y con aquellas asociaciones que Caballero estima hostiles, demostrando su absoluta arbitrariedad. No recuerdo un comportamiento así de sus antecesores, que con la prensa alcanza simas propias de Corea del Norte: paga por entrevistas en televisión y radio para quedar bien, invierte dinero de todos en premiar a los fieles y así, en definitiva, engaña a sus ciudadanos.

Abel Caballero se comporta como un sátrapa oriental antes que como un representante de un país democrático, prueba de que cree que por el poder todo vale y sin él nada interesa, comenzando por las instituciones. Que sus chicos se atrevan a convertir la sede del PSOE en un comedor y él mismo emplee el coche oficial de forma excesiva son síntomas de una enfermedad muy profunda.

El alcalde tiene una escasa legitimidad: no fue elegido como lista más votada ni al frente de un gobierno de coalición, sino por el BNG, en teoría en la oposición, a la que parece haber renunciado. Así Caballero, actúa como si tuviera barra libre, sin contrapesos ni límites, saltándose las decisiones del pleno, decidiendo prorrogar contratas pese a resultar gravoso para la ciudadanía y en definitiva, hundiendo la calidad democrática de los vigueses.

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