Opinión

Demagogia, propaganda y engaño

Muy interesante la intervención de ayer de Abel Caballero, por cuanto define realmente al personaje y su forma de entender la política, basada en dos pilares, demagogia y propaganda, con el engaño como método. Dijo tres cosas: que sus antecesores firmaron convenios urbanísticos, que iba a denunciarlos y que el hospital en construcción es privado.

1. Que firmaron convenios. Es cierto. Todos los alcaldes salvo Abel Caballero firmaron convenios urbanísticos porque es una de las funciones que le corresponden al presidente de la Corporación: colaborar en el desarrollo de la ciudad. Caballero lo intentó con la operación de Plaza de España, un “pelotazo” de libro por cuando suponía la concesión de miles de metros cuadrados gratis total a la promotora y que calificaba de “obra clave del mandato”. No se consumó por la entrada en proceso concursal de la empresa Bruesa. De hecho, no sólo no ha firmado convenios, sino que ha decidido incumplir los existentes sobre la Ciudad de la justicia o el hospital, lesionando gravemente a Vigo. Demagogia pura.

2. Que va a denunciar a sus antecesores. Aquí entra la propaganda. Sabe perfectamente que en el hipotético caso de que formule una denuncia, lo que no parece nada probable, acabaría en ninguna parte. Todos los convenios fueron ratificados de forma adecuada por los procesos legales y si dieron lugar a indemnizaciones no fue por su firma, sino por el incumplimiento. Caballero sabe mucho de esto al dilatar el pago debido a Miraflores, lo que incrementó el coste final, dañando, ahí sí, a la economía de la ciudad.

3. Que el nuevo hospital es privado. Entramos por fin en la falsedad. Sabe muy bien Abel Caballero que el único hospital privado que funciona en el área es Povisa, con propietario y trabajadores dependientes de una firma que gestiona el centro sanitario, que a su vez cuenta con un convenio con la Xunta cuya continuidad Caballero -como ha dicho en varias ocasiones- apoya. El nuevo hospital se 100% público y se construye gracias a un pago diferido. De otra forma, resultaría una operación imposible de iniciar. O el alcalde lo ignora o trata de enredar.

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