Opinión

El celtismo está vivo

Estuve como otros 16.115 aficionados el domingo por la mañana en Balaídos. Buena temperatura, aspecto más primaveral que invernal y un equipo enfrente de cierto calado. Del partido no hay mucho más que decir que lo que contaron las crónicas y desmenuzaron los expertos en sus análisis. Decir que tuvo todos los ingredientes con goles, emoción y victoria clara de colofón, pero quizá lo que queda es que el celtismo no ha muerto ni mucho menos pese a las cinco temporadas de penurias que llevamos sufriendo.

Hay celtismo, sólo queda darle argumentos para activarlo: la clasificación es el mejor, pero añadamos un precio de las entradas asequible y un rival de cierto empaque para la triste Segunda División.

Carlos Mouriño no ha tenido suerte como presidente del Celta y además ha fallado de forma estrepitosa a la hora de tomar decisiones. Recuerdo que lo primero que hizo al quedarse con las acciones de Horacio Gómez fue poner en marcha una campaña titulada '100% vigués', muy aplaudida en Coruña, encantados como estaban los socios del Deportivo coruñés de que los celtistas renunciaran a ser el referente de toda Galicia.

Después de aquello, fracaso tras fracaso, incluyendo el descenso, el baile de entrenadores y jugadores de poco o nulo fuste, comenzando por Stoichkov, quien parecía estar realizando una especie de máster en dirección técnica, que es lo que también vino a hacer el bueno de Eusebio, con similares resultados. Anotemos a favor de Mouriño, que vio que era el momento de acogerse a la ley concursal, lo que probablemente salvó al club.

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