Opinión

Abascal contra Casado

Miércoles, 21. Escucho la radio mientras conduzco. Las noticias de las nueve me informan de que una senadora del PP ha preguntado a Irene Montero, Ministra de Igualdad, por su vida privada en la cama con Pablo Iglesias, Vicepresidente segundo del Gobierno, padre de sus hijos. Y la interpelada ha contestado con rotundidad que se acuesta con quien le da gana. A renglón seguido los informadores suman otras píldoras del mismo estilo en el Ayuntamiento de Madrid, propias de las crónicas sociales cutres. La conservadora Andrea Levy, al responder a una pregunta de Pilar Perea, Más Madrid, se ha burlado de su collar precolombino en lugar de argumentar… ¡Lamentable! Me duele principalmente que estén llegando al poder mujeres con los vicios habituales de los malos políticos.

Acto seguido conectan con el Parlamento español donde las huestes de Vox disparan la moción de censura contra el gobierno de Pedro Sánchez. A la conductora del programa y sus tertulianos les intriga cual será el voto del PP. Barajan el NO y la abstención. El SÍ les chirría mucho y les parece peligroso para el inconsistente Pablo Casado. Imagino un golpe de efecto, para dejar a Vox empantanado. Veo a todo el PP desapareciendo a la hora de votar. Sería un voto inexistente. Sorpresa total. Pero sé que la inteligencia estratégica de Casado y los suyos no llega a semejante atrevimiento.

Esta moción de censura es una simple bufonada, como muy bien acaba subrayando Aitor Esteban, PNV, al usar un solo minuto de su tiempo en la tribuna. Todos sabemos que forma parte de una estrategia de la extrema derecha para situarse en el epicentro de la opinión pública y desgastar a Casado. Es un misil a la base de flotación del PP. Cuesta entender por qué se les sigue el juego. Desde la explosión de los desatinos de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, politólogos y comentaristas coinciden en afirmar la solidez de Santiago Abascal en las encuestas y en la imagen proyectada. Nadie manifiesta que la fortaleza de Abascal es consecuencia de la debilidad de Casado. Lo que me hace pensar que nunca existirá un Gobierno en cuya coalición el liderazgo esté en manos del PP. 

En Vox han decidido no gobernar de segundones, prefieren hacerlo en la sombra, imponiéndole a las otras dos derechas objetivos propios, obligándolas a cosechar malas imágenes, a que se desgasten por sí mismas, mientras ellos siembran descontento tirando la piedra y escondiendo la mano. Quien ha atentado contra la honra de Largo Caballero e Indalecio Prieto, no ha sido Abascal, la triste medalla se la cuelga Almeida. Este método es un ejemplo paradigmático, allí donde gobiernan PP y C’s con el apoyo de Vox. La lista ya es interminable.

Como queda claro en su discurso de censura a Sánchez, el objetivo de Abascal no es gobernar a trocitos y seguir el sendero autodestructivo de Salvini en Italia o los pasos menguantes de otros extremistas de derechas europeos al ejercer el poder. La estrella polar de Vox es el absolutismo ejemplar y facineroso de Franco. Para alcanzarlo necesita de la intoxicación total de la vida política, como vemos todas a todas horas en ayuntamientos, diputaciones, autonomías, en el Senado y en La Cámara baja donde tienen presencia. Vox necesita menguar al PP. Es una pena, porque la vida política está llena de buena gente, pero se está contaminando con la mala bilis de estos censores. He llegado a mi destino. Apago la radio.

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