Opinión

Los que asaron la manteca

Entre todos lo guisaron y los sufridos ciudadanos tenemos que comernos unas nuevas e indigestas elecciones generales, con cuyos resultados seguramente solo podremos hacer croquetas si -como pronostican- quien tendrá de nuevo la sartén por el mango será un Pedro Sánchez que pactar no sabe pero dormir, duerme como un angelito. 
El presidente en funciones no quiere que nada ni nadie le quite el sueño. Prefiere contar ovejas que negociar con los lobos y las lobas de Unidas Podemos, que tienen los dientes grandes y un apetito feroz. No está dispuesto a asumir más riesgos que los resultados inciertos que le puedan reservar los comicios del próximo 10 de noviembre. Mientras duerme estos días a pierna suelta, sueña con sacar el mayor rédito electoral posible y ya se ve gobernando por fin majestuoso con su bota izquierda sobre el cogote de Pablo Iglesias, mientras observa con una mueca de desdén y condescendencia al resto de fuerzas políticas del Congreso de los Diputados.
Pero la vida no es un sueño y hay que tener valor de enfrentarse a las pesadillas –y pesadillos- o la humildad de reconocer –como hizo Rajoy en una rueda de prensa- que las horas de trabajo le han quitado el tiempo al sueño y disculparse para ir a descansar y poder continuar pronto desvelado por los problemas del difícil arte de gobernar. Porque entre las perlas que nos dejó el ex presidente popular está la frase “gobernar es muy difícil; gobernar no es fácil, oiga”. Pero a Sánchez le ha parecido más cómodo hacer como el tonto que se agarra a una reja, que o la arranca o no la deja. 
Evita así hacer cualquier concesión al partido morado y los sinsabores y amarguras que le hubieran provocado las reuniones de un Gabinete de coalición lleno de hienas. Un imposible hipotético Gobierno que por otra parte hubiera tenido un corto recorrido y le hubiera causado un desgaste y desprestigio que tendría que pagar en las ineludibles elecciones generales anticipadas.  
Asumamos, por tanto, que el principal responsable de esta situación es Pedro Sánchez, que twitteó en 2016 que si nadie quería pactar con el señor Rajoy el problema era del señor Rajoy, afirmando que debía asumir su responsabilidad y ponerse a negociar. La hemeroteca atribuye al líder socialista lo que podríamos llamar un reconocimiento tácito de responsabilidad. Pero no nos engañemos: todos los partidos que estaban en disposición de negociar e influir en la posible investidura de un presidente de Gobierno, tienen su parte de responsabilidad por no haber estado a la altura de una política al servicio de los ciudadanos y ciudadanas. Entre todos los tontos asaron la manteca. Y lo más grave es que el 11 de noviembre, si no lo impedimos los que podemos votar con la intención de cambiar esto de una vez por todas, tendremos de nuevo chupando del bote a quienes no tienen prisa ni apuros por llegar a fin de mes o salir simplemente adelante. A ver si al final los tontos vamos a ser nosotros.

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