Opinión

De la interrogación al punto final

En las últimas agotadoras y trágicas semanas hemos pasado por todos los estados de desánimo posibles y atendido con congoja y pesadumbre a los mensajes e información del Gobierno sobre la evolución de la pandemia en nuestro país y en el mundo entero. Ni el virus quiere ceder ni se han escatimado signos de puntuación, que son el reflejo de esta situación de alarma total. Primero la interrogación, ¿qué está pasando en China? Vete tú a saber (coma), teniendo en cuenta lo que comen allí (punto y coma); murciélagos, ratas, ranas, culebras y hasta pangolín (raya) –vete tú a saber qué demonios es el pangolín- pero el caso es que están cayendo como chinos. 

Abrimos comillas para citar textualmente, “No esperamos que en España se produzca más que algún caso importado. No creemos que se vayan a producir transmisiones aquí, pero nos estamos preparando para ese escenario" (cerramos comillas), afirmaba Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, que se mostró sorprendido en el momento en que Italia declaraba el estado de emergencia sanitaria (punto y aparte).

Exclamación, con ¡más de 72.000 infectados conocidos y 5.960 muertes en España! al tiempo de escribir estas líneas, Sánchez anuncia el cerrojazo total de la actividad (dos puntos): todos los trabajos no esenciales no deben abrir desde el lunes 30 de marzo. Continuamos pues, pero en mayor medida, en el paréntesis vital decretado por el estado de alarma del pasado 14 de marzo, prorrogado hasta el 12 de abril, fecha que se adivina ya insuficiente para superar siquiera el pico de la pandemia.

Interrogación de nuevo, ¿hasta cuándo? (muchas preguntas más y otras tantas comas), ¿cuántas vidas más se cobrará la enfermedad?, ¿quién no tema aún por sus hijos, sus mayores, su familia, sus amigos?, ¿qué precio hemos de pagar para contener el virus? (punto y seguido) ¿Cómo será el mundo que supere esta pandemia global? ¿Cambiará? ¿Habremos aprendido los humanos a trabajar juntos, a aunar esfuerzos e intenciones, a ser solidarios, a respetarnos los unos a los otros para una convivencia en paz y un progreso conjunto? Aquí podríamos poner puntos suspensivos… Ante una incertidumbre y una desconfianza que puede suponer -si no aprendemos- terminar con un punto y final, para todos.

Te puede interesar