Opinión

Elecciones: Endgame

Como en Los Vengadores, el desenlace final electoral es inminente. La batalla, definitiva o no, ya tuvo lugar y solo queda esperar a cantar victoria o contar las bajas. En pocas horas sabremos quién tendrá posibilidades de intentar armar un gobierno que ni de lejos contará con los súper poderes de los héroes de Marvel. La ciudadanía, convencida o no, habrá hecho su elección y de ella surgirá un resultado que nos sumirá de nuevo en la incertidumbre y que será leído por cada partido político como éxito propio y fracaso del rival, resultando los ciudadanos los únicos vencidos.
Dicen que el Trono de Hierro está en manos de los indecisos. Unos que dudan desesperados sin consuelo y otros que, como a Dante, no menos que el saber les place el dudar. Yo soy de estos últimos, que disfruto en cierto modo reconociendo que no me gusta ninguno de los principales candidatos a la Presidencia del Gobierno y que votaré finalmente por inercia y por impulso en el último segundo, sin demasiada satisfacción. 
Consumado el acto y firme pensador de que ninguno de los bloques políticos que se pretendan conformar será la solución de los problemas de los españoles, ya solo me quedará esperar curioso a saber si mi voto ha acertado el ganador. Porque si algo ha dejado claro este proceso electoral es que los ciudadanos estamos dispuestos a liarla de nuevo, ya sea cambiándolo todo o –como en la premonitoria frase de Los Vengadores: Endgame- aprovechando la oportunidad de devolver todo a como estaba antes. Y lejos del juego final, volveremos a la casilla de salida.

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