Opinión

Tengamos en paz las vacaciones

En una ocasión un buen amigo me dijo que probablemente Pedro Sánchez sea el presidente más listo que hayamos tenido nunca. Lo decía por su milagro político, realmente difícil de entender, si no fuera por la audacia y perseverancia mostrada a la hora de perseguir sus objetivos; y lo que es aún más difícil de asimilar, de alcanzarlos. Después de que aparentemente su vida política se hubiera acabado radicalmente al ser destituido como secretario general del partido, devolver su acta de diputado, ser traicionado por sus antes aliados y blanco de burlas y memes (Pedro I, el breve), todos lo daban por amortizado. Todos, salvo él mismo.
Esperó su oportunidad y hoy es presidente de gobierno. El PSOE sube como la espuma en las encuestas gracias a la formación de un gabinete de gobierno de pasarela, decisiones político- económicas del todo demagógicas y esa habitual destreza mostrada históricamente por la izquierda para arrogarse los apoyos de ecosistemas tales como el cultural o el feminista, cuando no, de mantener y no romper las conexiones con el entorno nacionalista e independista.
Ha tenido ahora un nuevo revés, quien sabe si intencionado. No ha conseguido los suficientes apoyos para formar gobierno y ha manifestado que está dispuesto a explorar nuevas vías para no forzar a los españoles a unas nuevas elecciones. En cualquier caso, que nadie dude que lo conseguirá. Es el más astuto.
Hasta entonces, pásenlo bien de vacaciones sin gobierno. Evidentemente, no es bueno que España no tenga gobierno. Pero es mejor no tener gobierno y repetir elecciones que tener un mal gobierno respaldado por el independentismo vasco y catalán. Más aún, hay que recordar que España lleva más de un año sin mayoría de gobierno y sin presupuestos, cuestión que no ha impedido que la economía siga creciendo con pujanza. España sobrevive al caos gubernamental al que los políticos la someten impúdicamente, sin ser capaces ni siquiera de hablar de las reformas que en materia electoral habría que acometer de manera imperiosa para que el bochornoso espectáculo de ingobernabilidad no vuelva a producirse. 
Hay ya en la historia reciente y entornos cercanos numerosos ejemplos que demuestran que las limitaciones provocadas por la provisionalidad de los gobiernos no constituyen necesariamente un freno al desarrollo de sus economías. Es más, no poder tomar decisiones de fondo y limitarse a administrar asuntos ordinarios no ha sido ningún obstáculo alguno para que España se sitúe en el tren de cabeza del crecimiento en Europa. Parece, más bien, que la economía viva al margen de las ambiciones y repartos de sillones que ambiciona nuestra clase política que, por cierto, nada quiere saber de la propuesta de Vox de congelar sus salarios mientras no se consuma la investidura de un presidente.
Así que disfruten de su tinto de verano y dispónganse a disfrutar de una nueva jugada maestra de Pedro Sánchez que manifieste, una vez más, su indudable capacidad de resurgir de sus cenizas.

Te puede interesar