Opinión

¿Podría haberse hecho de otra forma?

Casi todo el mundo, o al menos aquellos que sean capaces de aparcar perjuicios y excitadas pasiones, consideran que en democracia un dictador no puede ser enterrado en un sitio público y, menos, a mayor gloria de su legado, en ningún monumento destinado a tal fin. Eso queda para los “Ramseses” del antiguo Egipto. No creo que nadie viera oportuno que un dictador comunista al estilo de los que campaban en el siglo XX más allá del telón de acero, que hubiera sometido al pueblo español, privándolo de su libertad y enriqueciéndose sobre su sangre, disfrutara de su eterno descanso al abrigo de un mausoleo erguido con el trabajo hurtado de sus presos. Pues lo mismo pasa con Franco.
El problema es que ya se enterró; el problema es que aquí hubo una guerra civil; el problema es que cuarenta años de dictadura son muchos años y no quisimos hacer leña del árbol caído, por si acaso los Tejeros; el problema es que en casi cuarenta y cinco años no se encontró momento para evitar tal oprobio. Demasiados problemas que dan la razón a aquellos que piensan que los ineptos rinden siempre la máximo de sus posibilidades.
Tarde o temprano tendría que pasar. Pero ¿podría haber sido de otra forma, en otro momento, …? Resulta indudable que la forma y el momento elegidos responden a un interés electoral evidente por parte de Pedro Sánchez. Nos olvidaremos en pocos días del episodio de la exhumación, pero ya están sacudidas y movilizadas para el 10N las emociones de aquellos que tristemente sufrieron las penalidades de la dictadura franquista.
Imaginemos la organización de unas jornadas que durasen una semana, escrupulosamente organizados, con la presencia física y simbólica de todos los presidentes de la democracia, del Rey y hasta el apuntador, en el que se diseñaran un programa de actividades encaminadas la definitiva sepultura de la confrontación civil española, consensuada por todos los partidos democráticos, que aparcaran sus disputas en un gran acto de Estado, sellando de forma definitiva la confrontación entre las dos Españas y comprometiéndose a no nombrar en su discurso político nunca más las palabras segunda república, dictadura franquista, guerra civil, … Que se celebrase una misa para quienes quisieran ir, que se honrasen a los fallecidos, que se estrenase una nueva letra para el himno nacional, que se inaugurase el nuevo empleo del mausoleo, que se fomentara el consenso para dejar de cuestionar el uso y exhibición de la bandera nacional, que se renueve el compromiso de financiar la exhumación de los asesinados por ambos lados que todavía están en las cunetas, que un día, discretamente, sin helicópteros ni cámaras, se permitiera transportar los restos del dictador a yacer con su esposa, que los de Primo de Rivera se llevaran a la vez a la fosa común, …
Puede resultar ingenuo, irrealista e irrealizable pero, en ocasiones, pasa que los hombres rechazan o, simplemente, desaprueban lo que son incapaces de ejecutar.

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