Opinión

Las nuevas élites

Nunca entendí muy bien como un pulpo podía tener, desde la óptica biológica, algo que ver con los berberechos. Efectivamente, son ambos, junto con los caracoles, miembros del reino de los moluscos. Esta dificultad para asimilar conceptos científicos, aflora ahora de nuevo cuando repaso con mi hijo la materia para los exámenes que pronto llegarán. El de los artrópodos, por otra parte, se caracteriza por tener el cuerpo segmentado en tres o cuatro regiones unidas entre sí (cabeza, tronco, abdomen y ano). Exactamente igual divididas que, en mi opinión, lo están las élites que campan por España; también en cuatro principales regiones: intelectual, económica, social y mediática.
Dentro de la primera, la intelectual, nos encontramos con un reducido número de especies que han sobrevivido a un duro proceso de supervivencia. Conforman la base de la pirámide poblacional por su exiguo número y es el reducto animal más evolucionado, que a duras penas logra que la especie continúe denominándose “humana”. Depende de este grupo, en buena medida, el pensamiento intelectual, la creación científica, literaria, o la artística, entre otras. En épocas ya pasadas, solían impregnar y casi formar parte de una intra élite de las dos siguientes regiones, aunque en la actualidad se circunscriban celosamente a su ámbito productivo, oprimidas por el fuerte desarrollo fagocitante y el protagonismo cada vez mayor de éstas.
En la económica, nos encontramos con aquella clase que nutre de recursos a otros grupos poblacionales. Intentan organizarse libremente para el desarrollo de su función suministradora. Junto con la intelectual, han ido marcando el desarrollo y el objetivo al que la especie humana habría de dirigirse. A pesar de su destacado rol productivo, esencial para la supervivencia y acomodo de las demás élites, sus desempeños entran a menudo en conflicto funcional con la élite social.
Ésta, la social, equivalente a lo que en los artrópodos sería el abdomen, se percibe una rara mutación evolutiva. Su función primigenia, la que debería administrar una correcta digestión de los recursos, garantizar la igualdad de oportunidades entre los individuos, procurar su convivencia pacífica y la resolución de conflictos, ha ido incrementándose para ir paulatinamente asumiendo decididamente nuevos roles. Una artificial información genética, antes desconocida, pretende tomar el protagonismo de la conducción del destino de la especie humana, injiriendo con fuerza en las decisiones de las élites antes protagonistas e influyendo fuertemente en éstas para intentar erigirse como la élite protagonista, supremacista, aquella que decide a dónde dirigirse, cómo comportarse y cómo pensar, sin producir nada.
Para describir la cuarta élite (vinculada al ano artrópodo), no hay más que asomarse a los programas de máxima audiencia.

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