Opinión

La tétrica agenda

Que el Foro de Sao Paulo (1990), impulsado entonces por Fidel Castro y Lula da Silva, fue una maniobra para que la extrema izquierda comunista no se desmoronara en Iberoamérica tras la caída del muro de Berlín, es una evidencia. Por mucho que sus intenciones se pretendan blanquear con calificativos del tipo “Agenda internacional antiimperialista” o lemas como “Por la vida, la soberanía y la paz”, lo cierto es que aspira a conseguir objetivos nada inocentes, a tenor de su persistente y belicosa continuidad de veinticinco años de ininterrumpidas celebraciones.

En la sesión plenaria inauguradora  del último encuentro, Julio Chávez, miembro de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela, país que organizó el evento, recalcó: "Estamos hoy en inmejorables condiciones para acompañar a Cuba, Nicaragua, Rusia, China y otros pueblos que en el mundo levantan la bandera antiimperialista". Toda una muestra de intenciones.

Y la cosa va en serio. En la página web del Congreso Nacional Ciudadano de México se refleja, literalmente y entre otras lindezas, la agenda del movimiento para el periodo 2019-2024 y el documento al que se adhirieron los países que allí se dieron cita:

“Someter al poder legislativo y judicial bajo una solo poder / Modificar la Constitución para manejar a discreción el dinero del presupuesto/ Control total del Internet / Desmitificar a religiones e introducir elementos que las confundan con sectas esotéricas / Control de medios, propaganda para impulsar el culto al líder / Mapear a los empresarios para proponer se vayan marginando o huyendo del país / Control de bancos / Expropiaciones masivas / Medios de producción en manos del estado / Reparto de viviendas, terrenos, empresas a nombres del Partido / ...”

A la preocupación que supone que media América latina se encuentre bajo la presión de esta tétrica agenda, debería sumarse el temor a que la misma tuviera extensiones en Europa y, más concretamente, en España. ¿Cómo pretenderá la organización cobrarse lo que “invirtió” en Podemos? En este contexto, ¿es sensato que Pablo Iglesias se coloque en la comisión que controla el CNI?
Para los buenistas sin fronteras y demás defensores de la fraternidad universal, como la ministra de Defensa, que responde a la cuestión manifestando que lo que le importa es sentirse “orgullosa de las Fuerzas Armadas y de los 3.000 hombres y mujeres que forman parte del CNI”, no pasa nada. Otros piensan que las palabras de Felipe González, criticando abiertamente que un ministro responsable de los Derechos Sociales y Agenda 2030 forme parte de la única comisión sin competencias en esas materias, no son más que un intento del expresidente de tapar el arsenal de irregularidades ocurridas en el CNI durante su mandato.

Mientras tanto, el Foro de Sao Paulo al acecho entre dormidos y tupidos follajes.

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