Opinión

Guión de telenovela

Hemos de acostumbrarnos a que la ruptura del bipartidismo abra, elección tras elección, el clásico periodo de incertidumbre que provocan los posibles pactos, alianzas, intrigas y demás vainas que protagonizan los que aspiran a tocar poder.
Estás épocas son más propicias a hacerse preguntas (que probablemente nunca obtendrán respuesta), que asistir a un ágil y tranquilizante asentamiento y puesta en marcha de la acción de gobierno. Fechas, que hacen las delicias de tertulianos y opinadores de lo político y que mantienen entretenidas las conversaciones de café y sobremesas familiares. Los medios de comunicación no paran de hacer cábalas y predicciones, como si del mejor guión de telenovela se tratara. En este caso, el guionista de turno bien podría escribir: ¿será capaz Sánchez de gobernar en so litario con una mínima estabilidad y hacer de trilero con quienes le han permitido la investidura?, ¿se sentirán traicionados sus votantes si, finalmente, C´s accede a formar gobierno en contra de lo manifestado durante toda la campaña?, ¿veremos al desgarbado Pablo Iglesias investido de ministro o dirigiendo el CNI?, ¿tiene futuro la reforma laboral después de las pretensiones de los sindicatos demandadas 1 de mayo?, ¿cuál será la deriva de los procesos de independencia de Cataluña y País Vasco?, ¿llevan razón los que pronostican que cada elección tiene su naturaleza y que nada de lo ocurrido el 28A tendrá reflejo en las municipales del 26M?, ¿reaccionarán los votantes de Vox para devolver el voto útil que reclama el PP?, ¿podrá Feijóo aquietar a su parroquia gallega y revertir el más del 30% de los votantes que acaban de elegir otras opciones de gobierno?, ¿será capaz alguien de conocer, o siquiera, de identificar, la imagen de los candidatos que se presentan por todas las candidaturas de sus ayuntamientos?, ¿qué pasará si Shanon, la hechicera, logra que Leonardo Cuevillas recobre la memoria y descubra que su madre no es realmente su madre sino su hijastra??? Lo dicho, escenario del más típico culebrón.
Podría ser mucho peor, lo sabemos, pero ya nos vamos mereciendo evitar estas pertinaces situaciones  que no hacen más que generar incertidumbre, inestabilidad y nuevas concesiones a quienes facilitan las llaves de gobierno. Es posible que no vivamos para ver modificada la ley electoral para que, por ejemplo, gobierne la opción más votada en una segunda vuelta pero, con toda seguridad, sí que viviremos para observar con resignación que, a pesar de que esta cuestión forma parte de las cuestiones más demandadas por parte de la sociedad civil, resulta constantemente proscrita de toda agenda política. 

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