Opinión

Feijóo, la escollera

Ya estamos en campaña. Empieza la carrera de candidatos para que el próximo 12 de julio se decida quién gobernará y gestionará los intereses de Galicia. Todo parece indicar que aquel prometedor treintañero que iniciara su carrera en la política de la mano de José Manuel Romay Beccaría en la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales, logrará su cuarta mayoría absoluta al frente del PP gallego. Lo conseguirá, habiendo renunciado a una próspera carrera en el sector privado y sabiéndose acreedor de tal honorable encargo, después de una destacada acción de gobierno basada en la moderación, buena gestión y realismo. “Sentidiño”, podría decirse. Además ha de reconocérsele su capacidad para erigirse como dique de contención frente al que todo tipo de adversidades encuentran un muro infranqueable. En el parlamento no entra Vox, no cuaja CIUDADANOS, Galicia se defiende con uñas y dientes del virus de la deuda pública y fuimos incluso tierra de fuerte resistencia a la impecable virulencia del COVID-19. 

Los diques y rompeolas están construidos con grandes bloques de piedra y hormigón para resistir estructuralmente a los grandes embates del mar y proteger determinados enclaves costeros. Sin embargo, no impiden la filtración y entrada de otros elementos que las corrientes marinas arrastran, muchas veces, de forma inapreciable. Tan sibilinamente, que sin apenas advertirlo, sus efectos pueden resultar, ya, irremediables.  

“Soy Emilio Álvarez, profesor del Conservatorio Profesional de Música de Vigo (Galicia). Quiero explicarles aquí de qué manera la Administración Educativa ha prohibido el uso de la lengua española en mi centro de trabajo y por extensión en todos los centros de docentes de Galicia”. Así empieza el video que está al alcance de todo el mundo en internet y que denuncia el trato discriminatorio que la lengua española está sufriendo en la comunidad educativa gallega. Como antes pasó en Cataluña, los elementos nacionalistas se encargan de filtrar año tras año, curso tras curso, departamento a departamento, una herramienta que ha resultado, a la postre, indispensable para los intereses independentistas. El uso de una lengua maravillosa, como la gallega, deja de ser gozoso, cuando es impuesto. 

La escollera tiene nombre y apellidos y su eficacia hay que agradecerla. La cuestión, es que sería muy conveniente sellar sus filtraciones. De otro modo, cuando la escollera ya no exista, porque no contemos con el político que la pueda soportar sobre sus hombros, el terreno estará irremediablemente fertilizado para que puedan reproducirse fenómenos que hoy vemos remotos.

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