Opinión

Estériles y oscuras comparecencias

El día que se publique esta columna, probablemente ya haya comparecido la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, en el Congreso, para dar explicaciones sobre la gestión gubernamental de la última crisis humanitaria del “Open Arms”. Digo esto porque quiero dejar claro que hago un ejercicio de puro apriorismo, es decir, fundamentado en ideas preconcebidas, pero entiendo también poco arriesgadas, dados los precedentes, las prácticas y argucias que suelen utilizar aquellos que, cada vez con mayor desparpajo, utilizan la demagogia en sus argumentaciones.  
El Partido Popular, Ciudadanos y Vox exigían que fuera Pedro Sánchez quien acudiera al Congreso a rendir cuentas sobre la crisis del “Open Arms”, pero el Partido Socialista ha contado con el voto de Unidas Podemos y el apoyo o la abstención de otras formaciones como PNV y ERC para desarmar tal pretensión. La formación de Pablo Iglesias ha preferido que sea su “número dos”, Carmen Calvo, quien comparezca de urgencia esta semana, provocando que el PSOE y Vox se hayan quedado curiosamente solos y hermanados votando en contra de ese pleno extraordinario. Los socialistas porque no lo querían y el partido de Santiago Abascal porque consideraban que la propuesta de Unidas Podemos sólo era una maniobra para librar a Sánchez de acudir al Congreso. De nuevo, todo un sainete que suele preceder a las comparecencias y comisiones de investigación y que convierte la acción política en un mero juego de fuerzas y propaganda oportunista nada recomendable; por no decir nada sobre sus costes y resultados, casi siempre estériles, a no ser por el interés de quien las promueve por airear entre la opinión pública los escándalos que puedan impactar favorablemente en futuras elecciones.
Hemos visto o veremos, como son utilizados los argumentos. Hemos visto o veremos, como se utiliza el debate de manera tenebrosa para cebarlo de una afectada y aprovechada emoción, propia de quien no es capaz de mantener un argumento sosegado y abstraído del dramatismo que lo impregna. Hacer lo contrario correspondería a personas reflexivas, juiciosas y con cierta capacidad intelectual para la reflexión y el razonamiento; pero no es el caso. Nos encontramos con la mediocridad y el oportunismo de quien alimenta el debate con el dramatismo del que necesariamente habría que abstraerse. No se puede hablar sosegadamente sobre inmigración cuando el de enfrente muestra imágenes terribles del drama que soportan los que sufren del tráfico de seres humanos; no se puede deliberar sobre el aborto exhibiendo fotos de fetos descuartizados; no podemos criticar a quien defiende la eutanasia con el hijo que abraza a su padre que milagrosamente salió de un coma irreversible; ...
¿Qué argumentos utilizó o utilizará Carmen Calvo en su comparecencia?   

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