Opinión

En cuarentena

Algunos analistas consideran que la globalización, es decir, la interdependencia económica que hace que los mercados sobrepasen las fronteras nacionales y alcancen una dimensión mundial, es un fenómeno que pone en peligro las variedades culturales, la propia identidad y deteriora la capacidad creativa. Pero lo cierto, es que significa una manifestación inevitable e irreversible en nuestra cotidianeidad, tal como lo es el balance riesgo-beneficio que la medicación tiene sobre el organismo, demostrado desde los inicios de la biología experimental. Los efectos de un simple antiinflamatorio puede provocar dolencias estomacales o alergias, el paracetamol ocasionar daños hepáticos, o los antidepresivos pérdida de masa ósea.

Es del todo deseable que la carrera contrareloj que han iniciado las universidades y laboratorios de todo el mundo para encontrar una vacuna eficiente contra Coronavirus termine de forma exitosa cuanto antes; sin efectos secundarios. Si no es así, no faltan los agoreros que vaticinen que nos enfrentaremos a una peligrosa pandemia a nivel mundial que será el apocalipsis. Sin embrago, estamos comprobando cómo el brote de este virus está haciendo ya temblar a los pilares de la economía mundial. 

Se estima que la economía china, que estaba creciendo a un 6%, pudiera haber entrado en recesión trimestral desde que la epidemia del Coronavirus saliera a la luz. La economía del país se está paralizando, gran parte de las empresas extranjeras está repatriando a sus trabajadores, se están blindando las fronteras rusa e india y la OPEP ha anunciado que la demanda del petróleo en China ha caído un 20%, lo que ha provocado que el barril se encuentre en mínimos de un año, con precios cercanos a los 53 dólares. 

Por mucho que parezca que nos venga bien la bajada del precio del petróleo a economías como la española, el desplome de la economía que representa el 18% de la economía mundial, nos va a pasar factura por otro lado, como los antiinflamatorios. El hundimiento de la economía china hará que las exportaciones alemanas se resientan fuertemente. Si Alemania sufre, sufriremos más nosotros, porque la industria española es en parte una industria auxiliar de la industria alemana, ya que fabricamos piezas que luego ensambla y Alemania vende a países como China. Adiós al efecto positivo de la bajada del crudo.

Pongamos en cuarentena a los enfermos, a las previsiones económicas y a las informaciones que sobre el virus provengan desde China, que no es un país que se caracterice precisamente por la transparencia, y deseemos que se pueda encontrar lo antes posible un fármaco que permita poner freno a este nuevo patógeno.

Te puede interesar