Opinión

Elecciones 26M: mucho y poco que esperar

Parece que es tendencia. Ya no están a salvo ni aquellos que políticamente se parapetaban tras el “divide y vencerás” que veían en la fragmentación de la otra orilla ideológica la salvaguarda de la opción propia. Ni derechas ni izquierdas gozarán, a mi juicio y durante no pocos años, de la ventaja por la mano que obtenían de la unión y orden en sus filas. Como la chispa de la vida, los disidentes, los disconformes, los desavenidos, los incompatibles, los tapados, los oportunistas, los cornudos y demás géneros que puedan imaginarse, buscan encaje para ser protagonistas en la gestión de los intereses en cualquier ayuntamiento de España. En Vigo está por ver, en Orense parece ser que las candidaturas puedan superar la docena, con lo que la fragmentación del voto puede amenazar no solamente a los alcaldes, a la oposición y a quienes que, con cierta sagacidad, se adelantaron a este inesperado fenómeno político y hoy ocupan bancadas mucho más movedizas de lo que puedan creer.
La legislatura entra en su recta final y los candidatos empiezan a preparar la estrategia de cara a las elecciones municipales del próximo 26 de mayo, en las que es posible que, más allá de los asuntos más domésticos, influyan otras sensibilidades que trasciendan a las que habitualmente ocupan a las corporaciones municipales. Tal es el caso de lo ocurrido en Andalucía, por lo que una solución a la andaluza puede ser replicada y propagada por doquier. Habrá nuevas caras y opciones que surgirán por la izquierda, por la derecha, por el norte y el sur;  habrá cambios de alcaldes y ocurrirá que las opciones hayan de entenderse, pactar y gobernar, vigiladas por quienes les presten sus apoyos. Si esto ocurre, será por que el ciudadano así lo querrá. Quedarán al margen las opciones en cuyo ADN no se encuentre la capacidad de diálogo, acuerdo y pacto, que vaya más allá del fanático interés de quienes sólo ven en la política un interés particular.
En todo caso, estaremos atentos a los programas de acción política que cada opción presente, aunque dadas las limitadas competencias disponibles se prevén escasas diferencias de fondo y podemos imaginar la uniforme manera con la que se encabezarán los impulsos programáticos habituales “Crearemos, solicitaremos, exigiremos, facilitaremos, mejoraremos, regularizaremos, incrementaremos,…” 
Sólo espero que a nadie vaya de nuevo por la senda de subir el gasto, aumentar el déficit e impuestos, restringir el suelo residencial o industrial, regular los precios de los alquiles, municipalizar servicios, confundir “liberalizar” con “externalizar”, despreciar al comercio privado, o fomentar y regar redes clientelares, por poner algún ejemplo. 

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