Opinión

El integrismo liberal

Según los conceptos del Ying y el Yang, que forman parte de la filosofía de la China antigua, no existe lo inmutable, lo estático, lo absoluto… sino que todo cambia continuamente, en un fluir infinito, armónico y equilibrado por fuerzas duales, complementarias y difícilmente separables. En cada una de las fuerzas está presente su opuesta, aunque sea en potencia.

Del mismo modo que sucede en el principio taoísta, el pensamiento político también está impregnado de múltiples disparidades que hacen que dentro de las ideologías surjan también corrientes y movimientos que, teniendo raíces estructuralmente comunes, las hagan permeables, las transformen y las adapten a las nuevas formas de relación de los humanos con otros humanos y su entorno. Así, resulta muy difícil amurallarse en un círculo ideológico “puro”, aunque esta actitud pueda ser la que consideremos más correcta. De todas las ideologías políticas que me son más cercanas, los liberales suelen ser los más ortodoxos en sus planteamientos. Un liberal “puro” no podría, por tanto, votar a ninguna opción política en España, ya que ningún programa podría representarlo plenamente; todos lo que se ubicaran fuera de sus fronteras ideológicas estarían equivocados. Es el principio del sectarismo. Integrismo liberal.

Un liberal dogmático, de ideales puros y genuinos, alimentados de profundos pensamientos teóricos, al estilo de mi admirado economista Juan Ramón Rallo, vería incluso como un sacrilegio o un ejercicio liberticida el mero hecho votar en unas elecciones ya que, para él, cuando votamos, no solo estamos decidiendo sobre nuestra vida, sino sobre las de los demás, y esto resulta profundamente antiliberal, ya que “no se vota sobre asuntos que son irreductiblemente comunes”. 

Es perfectamente legítimo y respetable el pensamiento como el que plantea el profesor Rallo. Pero, en la práctica, ¿resulta prudente? ¿La abstención liberal proyecta más libertad o más colectivismo? Más allá, si hubiera una opción genuina y puramente liberal que pudiera tener mayoría absoluta ¿tendría la capacidad de implantarse y adaptarse a las complejas situaciones de una sociedad como la española? Un teórico tiende a pensar en la sociedad como una utopía, sin pensar que lo ideal no siempre es posible y que no sacrificar algunos principios ideológicos puede resultar una temeridad.
Los liberales teóricos, integristas, saben que la implantación de sus ideales resulta inviable, siendo esta una de las cuestiones por las que el liberalismo recibe las mayores críticas. Propagar que todos los impuestos son inmorales o que el PIN parental habría que extenderlo a todas las asignaturas para que fueran los niños quienes decidieran si quieren o no estudiar matemáticas, suena a sectario y causa rechazo.

Quizá sea deseable descubrir, entre las opciones que se muestran ante nosotros, quien propone un liberalismo flexible, que pueda adaptarse y aplicarse a nuestro entorno y sea el motor del desarrollo social, político y económico. Sin fanatismos.

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