Opinión

Con fundamento

El perejil se puede utilizar en cocina en ramillete para adornar, picado para sazonar y también pude utilizarse mezclado con pan rallado para rebozar o para dar color y sabor a la tan popular salsa verde. 
Si quisiéramos profundizar sobre estos usos o buscar otros alternativos no dudaríamos en donde buscar; un buen cocinero nos ilustraría magnifica y sobradamente sobre las muchas propiedades de este culinario condimento.
Sin embargo, esta semana escuché en la radio del coche unas manifestaciones de un señor que expresaba unas opiniones un tanto sui generis y superficiales sobre el monstruoso conflicto que han provocado los indepes catalanes en España. Como uno es un vicioso, me quedé un rato más para conocer la identidad del individuo en cuestión. No era nada más y nada menos que un importante cocinero español y catalán que estaba soltando una teórica sobre el asunto con un desparpajo que te quedabas acojonado, en lugar de hacerlo  sobre cómo ha de cortarse la patata para tener éxito con la ensaladilla rusa o de cuánto perejil ha de ponerse para que la salsa salga más o menos verde, como diría la lógica. Pues allí estaba el tío largando y la tía preguntando, como si fuera esta noche… la última vez.
Esto me hizo pensar (sólo pienso cuando oigo a cocineros en trance intelectual) en si no estaremos dando excesivo crédito a quienes se pronuncian sobre cuestiones que nada tienen que ver con la disciplina en la que destacan.  Por supuesto que todo el mundo ha de tener una opinión sobre los temas de actualidad, pero lo que digo es, si no nos estaremos pasando. Si conecto con al telepredicador Jorge Javier Vázquez será porque busque algún detritus de telebasura, no porque tenga ningún interés en su visión intelectual sobre la política municipal o si oigo a Piqué será porque tenga interés en saber su opinión sobre la cantada del día, pero me traerá sin cuidado lo que pueda opinar sobre si hay más o menos democracia en España.  
Mi experiencia profesional también me ha llevado a toparme con un nivel de intrusismo excesivo que pasará mas desapercibido entre quienes no se enfrentan con la administración en su actividad diaria. A los políticos los elegimos todos y se les supone representantes de un proyecto programático, transversal, global, que en ocasiones trasciende del sometimiento fiscalista de los técnicos, que no gobiernan, mal que les pese a algunos. Hay que estar en el mundo y hay que pensar que las normas y los procedimientos son un medio y no un fin. Mejor dedicarse al perejil.

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