Opinión

CIS (Como Insidiar Sabiéndolo)

Allá por septiembre del pasado año, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) anunció que cambiaría la periodicidad de sus barómetros electorales para publicar un sondeo mensual y no trimestral, tal como venía haciendo desde hacía veinte años. Eso supuso incrementar el gasto para el contribuyente en casi tres millones de euros que habría que sumar al presupuesto anterior, de algo más de ocho millones de euros. Curiosa política de contribución a la reducción del gasto público, se podría pensar.
Pero el CIS se encuentra continuamente bajo el foco de la crítica no solo por su coste, sino por las constantes sospechas sobre su sectarismo, al dictado de los intereses de la Moncloa. No hay que olvidar que José Félix Tezanos, dejó la Ejecutiva Federal del PSOE tras su nombramiento como su máximo responsable. Pero esto no sólo pasa el PSOE actual. Rajoy solo tardó veintitrés días desde su juramento ante el Rey en nombrar al director del organismo, Zapatero trece y Aznar cinco. Parece ser, que con el CIS sucede lo mismo que con el papel higiénico; cuando se necesita, se necesita urgentemente.
Resulta una obviedad que este organismo estatal maneja unos datos manifiestamente sensibles en política que, si son hábilmente manipulados,  pueden condicionar el sentido del voto de los electores llamados a las urnas. Fue clamoroso el doble “lapsus” que cometió Podemos en 2016 cuando, como ariete de la regeneración política exigió primero que: "En todo caso, la elección deberá producirse por consenso bajo la lógica de que los equipos de gobierno estarán necesariamente compuestos por personas capaces, con diferentes sensibilidades políticas, pero comprometidas con el programa del Gobierno del Cambio", y después: “Mientras no sea posible modificar la Constitución española, la elección de los equipos de gobierno deberá producirse por consenso entre las fuerzas políticas que integran el gobierno”. Pablo Iglesias dejaba claro que no solo para la elección del director del CIS, sino para la de los miembros del Tribunal Constitucional, el Fiscal General del Estado, los presidentes del Consejo Económico y Social, del Consejo de Estado, de la Comisión Nacional de Competencia, de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, del Consejo de Radio Televisión Española; de los directores del Instituto de Estudios Fiscales, de la Guardia Civil, de la Policía, del CNI, de la UDEF, de Televisión Española, entre otros, primaba la ideología al consenso y telegrafiaba su intención de promover un cambio constitucional que le permitiera controlar una burocracia abiertamente leal al gobierno.
Ya tenemos el resultado de las elecciones y la nueva constatación de que el CIS no es más que otro instrumento de manipulación en manos de los políticos. Técnicamente, y a pesar de los medios que el contribuyente pone a su disposición, hace de nuevo el ridículo confirmándose como la peor encuesta y la más alejada de los resultados finales del 10-N.

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