Opinión

El botellón, eso “tan importante”

Que no hubiera acuerdo, no extraña ya a nadie. Casi es el destino. El gobierno municipal del PP de Orense no ha sacado adelante la normativa que pretendía regular el botellón en la ciudad. La “falta de consenso” en un “tema tan importante” fue invocada por PSOE, DO, OC para fundamentar el bloqueo a la iniciativa. Solo los aguafiestas y malpensados pensaron que tal motivación respondía a un supuesto interés electoralista de no poner en riesgo el siempre tornadizo voto juvenil y aplazar “un tema tan importante” para después de las elecciones. ¡Agoreros!
A pesar de que el asunto está directamente relacionado con el consumo abusivo de alcohol y colinda con otros importantes derechos individuales, el botellón no es otra cosa que una nueva forma de relación social entre los jóvenes, reflejo de un estándar social nuevo. Pero no se puede obviar que éstos, a su vez, son herederos de un modelo creado por sus propios padres, todavía más infantiles, adolescentes permanentes, inmaduros, que como niños exigen cada vez más a la vida aunque son incapaces de aportarle intelecto, reflexión, pensamiento. Pudiera parecer que fueran los adultos quienes quisieran imitar las conductas de los jóvenes, y no al revés. Su discurso es simple, superficial y cómodo, en los comportamientos impera el impulso, los tópicos, la satisfacción inmediata, la ostentación, la diversión, los derechos frente a las obligaciones, … es decir, todo aquello que, precisamente, le aporta el botellón a sus hijos.
También será inútil el esfuerzo de los políticos si pretenden con la ley anti botellón contribuir en nada a la salud físico-intelectual de los jóvenes, cuando llevan décadas seduciéndolos con todo tipo de derechos y privilegios, apartándolos de sus importantes obligaciones y deberes, trivializando la dignidad y la autoridad de padres y profesores responsables, principios que han desaparecido sin remedio aparente de nuestro orden social.
Pero bienvenidas sean aquellas ordenanzas que garanticen la defensa de derechos individuales que han de resultar preferenciales, como la higiene urbana, el descanso o el orden público, a pesar de la flojera que sin duda manifestarán los protagonistas del botellón y demás representaciones políticas para asumir las pesadas y molestas obligaciones a las que deberían estar sometidos los adultos.
 

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