Opinión

¿Black Friday? Sí. ¿Podemos? No

Con respecto al origen del término y su celebración, hay para todos los gustos. Quédense con el que más les guste. Que si fue acuñado por la policía para referirse al caos de tráfico provocado por el inicio de la campaña comercial navideña; que si el día siguiente al de Acción de Gracias el absentismo laboral era descomunal; o que su origen se remonta al tráfico de esclavos… La cuestión se la dejamos a los fisgones de la etimología del lenguaje. El caso es que el viernes posterior al cuarto jueves de noviembre da inicio la temporada de compras navideña en Estados Unidos, tradición que ya se ha extendido a buena parte del resto del planeta y que, este año, bien podría renombrarse con otro término mucho más exegético: Black Year. 

Efectivamente, parece que el panorama no está para echar cohetes. Según una encuesta llevada a cabo por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre las intenciones de gasto de los consumidores en el Black Friday, el 70% de los españoles no comprará nada en este ritual del consumo anual. Los que sí vayan a comprar, van a gastarse un 30% menos que el año pasado. Es decir que, aún poniéndonoslo fácil, no vamos a aflojar la cartera; y no porque no tengamos ganas si no que, sencillamente, no podemos. 

El Black Friday era la “esperanza blanca” del moribundo comercio minorista, golpeado hasta el K.O. por la situación de las economías domésticas y las restricciones impuestas por los confinamientos. A pesar de Podemos, que ya en 2018 intentó boicotear nuestras compras convocando una manifestación que rodearael centro logístico de Amazon en San Fernando de Henares… Decían apoyar el anti capitalismo… Contentos estarán ahora con que la campaña de este año sea un rotundo fracaso. 

La realidad es que, como siempre, pretenden engañarnos afirmando que el Black Friday es la fiesta capitalista por antonomasia y la constatación de la incursión de la cultura yanqui en nuestras vidas. Ninguno de estos dos burdos pretextos son ciertos. En primer lugar, porque el consumo desmedido no es sinónimo de capitalismo; más bien al contrario. El capitalismo es ahorro e inversión; no consumo. Pero en todo caso ¿quién es nadie para impedir a cualquiera dirigir sus hábitos hacia donde les venga en gana?, ¿es que algún gobernante tiene legitimidad alguna para poner en duda la capacidad de los individuos para planificar, presupuestar y financiar sus compras? Y en segundo término, me da la sensación (quizá me equivoque) que cuando se refieren a supuestas irrupciones de culturas foráneas no ponen el mismo énfasis de exclusión frente a la cultura musulmana que parecen abrazar tan fraternalmente, por poner un ejemplo. No puedo.

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