Opinión

Sepultura

Las últimas noticias de la familia del dictador Francisco Franco son que, tras oponerse a su exhumación del Valle de los Caídos, quieren que, si sus restos salen de allí sean inhumados nuevamente en la cripta de la catedral de la Almudena madrileña, en pleno centro de Madrid, donde la familia tiene comprada una sepultura. El Gobierno con buen criterio teme que se convierta en un centro de peregrinación de nostálgicos y ultraderechistas más potente, por cercanía y comodidad que la basílica de Cuelgamuros. Hasta al cardenal de Madrid, Carlos Osoro dice que no puede oponerse a esa posibilidad y puesto que la familia tiene la tumba pues que lo entierren allí. Pues no. La Iglesia española tiene la oportunidad de marcar distancias con la dictadura a la que apoyó en sus inicios y luego dio cobertura bajo palio a un dictador que ni tan siquiera hizo caso al Papa Pablo VI cuando le pidió clemencia para los últimos fusilados del franquismo. La Iglesia española actual no debiera quedar vinculada por una sepultura a una de las páginas más negras de la historia de España.
 

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