Convertidos todos en epidemiólogos de ocasión, las medidas que adoptan los expertos para prevenir la extensión del coronavirus se someten a análisis escrupuloso por la ciudadanía y generan opiniones encontradas. En otras ocasiones, como ha ocurrido a lo largo de la pandemia, por ejemplo, con las mascarillas, hay decisiones que cabe preguntarse por qué no se han adoptado antes. La Xunta de Galicia ha prohibido fumar en la calle y en las terrazas cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad dado que el virus se puede diseminar con el humo expelido. La cuestión es cómo se va a aplicar la medida, o mejor aún, cómo se va a controlar a los infractores de la norma, a no ser que las autoridades quieran que la policía del balcón salte a las calles a patrullar. Tendría que ser suficiente con la publicación de la norma y la pedagogía que la debe acompañar. Pero a la vista de lo ocurrido con los ‘botellones’ y el ocio nocturno hay que abandonar toda esperanza.
