Si se pregunta a cualquiera de los vecinos que viven en un pueblo que está confinado o, mejor dicho, con restricciones a la movilidad para tratar de frenar la expansión del covi-19 en su municipio, dirán que saben perfectamente lo que tienen que hacer, salir solo a trabajar, estudiar o a realizar actividades esenciales que están publicadas y sobre todo quedarse en casa el mayor tiempo posible y evitar las reuniones de más de ‘n’ personas. Los madrileños son muchos, pero no son más tontos que los de cualquier otro lugar y saben lo que pueden y no pueden hacer desde el pasado viernes a pesar de que hagan lo que quieran y que haya irresponsables o rebeldes como en todas partes. Y, sin embargo, hay dirigentes políticos madrileños que se empeñan en subrayar que hay muchas dudas sobre lo que está permitido o no, incluso que vaticinan el caos, en lugar de hacer pedagogía y llamar a la responsabilidad y a que se cumplan las normas establecidas, aunque no les gusten. A a la espera de las decisiones judiciales definitivas.
