Opinión

Cuando el gobierno sea viejo

Aún no se sabe si PSOE y Podemos acordarán finalmente un gobierno, pero ya anda más de un analista y más de un politólogo aplicándole al ejecutivo nonato el majadero filtro de moda para ver cómo será de viejo, lo cual, por cierto, podría suceder, si la sensatez política no lo remedia, antes de tiempo.
En realidad, todos nos hacemos viejos antes de tiempo, pues la vida, que es muy larga, dura, en cambio, muy poco, pero, incluso así, hay gente, millones y millones de criaturas humanas al parecer, que no quieren esperar eso poco que dura y se entregan al pueril truco de la FaceApp que les muestra un remedo del declive de sus rostros que más parece el maquillaje cutre de un película de serie B o C. Los analistas y politólogos que creen saber cómo se le quedará la cara al posible gobierno de coalición en unos meses (un gobierno se hace viejo en unos meses), padecen una idéntica y estéril ansiedad.
Que la FaceApp haya petado como lo está haciendo sólo se explica sumergiéndonos en las profundidades de la estupidez de los tiempos que corren: cualquier persona medianamente despejada sabe que para conocer la verdadera cara que tendrá de viejo, si es que tiene la suerte de llegar a ese estadio, no necesita más que esperarse un poco y, entonces, mirarse en un espejo. Ese rostro en nada se parecerá al que le muestra la FaceApp para robarle los datos, la filiación, la cara y el alma, pues, sobre conservar intactas las matas de pelo y las dentaduras, no registra porque no puede las cicatrices que en el rostro la vida va dejando, esos surcos que contienen el relato cabal de la biografía.
El abracadabrante gobierno PSOE-Podemos, que sin duda necesitará para rular y no fastidiar mucho a los españoles (los gobiernos suelen fastidiar más que otra cosa) un poco o un mucho de magia, no es que sea joven, sino que no ha nacido todavía, pero ya hay una porción de gente que le augura de viejo una faz torva, siniestra, salpicada de bubas, chancros y demás purulencias. Tal funciona la FaceApp que la derechas renuentes a impedir el protagonismo de los separatistas en la vida de ese gobierno, de la legislatura, han puesto a funcionar ya como, por lo demás, era enteramente previsible.
Uno ya sabe cómo será, de viejo, su cara, por mucho que procure evitar los espejos, pero no sabe, y los agoreros tampoco, cómo será la de éste gobierno que ni siquiera ha nacido. Uno, eso sí, le desea buena vida, siquiera sea para que no nos la de mala.
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