Opinión

Magia para adorar

Eran magos en el sentido de sabios de culto a las estrellas, por eso alejados de la mayoría de mortales al estar incluidos en el acervo de ejercer las Ciencias. Acudieron a Belén enviados por el Gran Herodes y nos lo cuenta Mateo en el texto redactado en torno al año 50 después de Cristo. El evangelista destaca el concepto de mago sin prejuicios ilusionistas, hechizos maléficos, brujos, herejes o adoradores de divinidades paganas. Con el transcurrir de la Historia en el Antiguo Testamento se incluyó la palabra Reyes atribuyéndoles poderes terrenales a esos personajes portadores de riqueza que rememoramos cada año postrados a los pies del Reciennacido. Sí, ser Magos no estaba demasiado bien visto, de ahí que el nombre se dejase como adjetivo que atribuye cualidad de encantamiento a Reyes. La magia no sólo no se ha extinguido sino que hoy es un mercado que genera exitoso negocio, lejos de túnicas y cucuruchos de estrellas.
 Son muchos los espectáculos de ilusionistas en las artes escénicas, ellos se han convertido en una constante y van a más porque necesitamos ser una audiencia presuntamente crédula a instantes de sorpresa y admiración. Sabemos que hay artimaña y compramos el espectáculo, lo disfrutamos y hasta en momentos elucubramos sobre posibles poderes en el actuante. La magia es negocio y negocio con mercado en expansión. Hay que vender más y mejor, ya lo sabía bien el escapista húngaro Harry Houdini cuando buscaba impactantes escenarios para lucir sus números en azoteas, puentes y cárceles demostrando que librarse de todo tipo de grilletes atraía más adeptos con llamativa escenografía. Magia y comercio están hoy conectados, interactúan, crean sinergias y ganan discípulos.
La magia es formativa en el ámbito corporativo de las empresas ayudando a fijar los mensajes deseados. El mago prepara, aplica la teoría, ejecuta y hace realidad el prodigio. Una manera de enseñar construcción psicológica para transmitir así herramientas de comunicación, gestión de conflictos o creatividad; sin olvidar las relaciones interpersonales de los empleados para fortalecer equipos con las emociones que van a hacer que confíen en nosotros. Se trata de verdaderas conferencias mágicas, talleres a las compañías para que los trabajadores crean en lo que hacen, transmitan ilusiones, persuadan y convenzan de la solución necesaria. En los ingredientes entra añadir misterio para, sin fuegos artificiales, deslumbrar al cliente.
No sabemos lo que queremos hasta que nos lo enseñan, dijo Steve Jobs. Eso es ganar de salida. Nos gusta que parezca imposible; pero se hace realidad delante de nosotros. ¡Qué más podemos pedir! En el mundo veloz que vivimos agradecemos la inmediatez para cumplir anhelos. ¡Benditos magos! No hay momento que nos abra más los ojos que ese instante luminoso, milagroso y siempre inexplicable. Hasta nos sentimos poca cosa.

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