En la escuela es una de las posibilidades que ofrece el whatsapp para indicar el estado en el que estamos. Una ubicación que tiene forma de disposición deseada más que de naturaleza real. El universo de la escuela gana al de estar en el gimnasio, en el trabajo o en una reunión, que son otras alternativas ofrecidas por la aplicación interactiva de Internet. Venimos del señor verano y los estudiantes se meten en el señor estudio, llevándonos a todos a un ejemplo de madrugar y hacer deberes. Hay ganas de pulverizarnos de inquietudes que hablen de no dejar de aprender.
Esta es semana de rentrée estudiantil: cuadernos y estuches a estrenar, mochilas que publicitan héroes llamados a no crecer nunca y ropa lustrosa para inaugurar pupitre, amistades y aspiraciones. El paquete es novedoso en inicio de curso; pero frente a esa primicia la realidad dice que se ingresa en una Educación con Ley Orgánica de 2006 y mejorada en 2013 donde se invierte lo mismo que en los años ochenta, es decir, se ratifica lo dicho por el creador del informe PISA, el investigador alemán en Educación, Andreas Schleicher, quien además destaca que se memoriza mucho pero no se aplica lo aprendido.
El estudiante español es bueno al reproducir los contenidos, lógicamente resultado de ejercitar la memoria, y no lo es tanto al aplicar ese conocimiento con creatividad, teniendo una idea conceptual y profundizando en lo aprendido para crear estrategias de pensamiento complejo. Se ha invertido en los ratios por aula, algo ahora innecesario debido a la baja natalidad española, y menos se ha dedicado al profesional educativo; eso sin hablar de la crítica que merecen la sucesión de leyes. Otros países cambian la legislación cada quince o veinte años y se centran en modificar comportamientos y hacer más profesional al alumno intentando que para los profesores sea menos industrializado. Estos deben trabajar más en equipo y disponer del tiempo suficiente para reflexionar con los alumnos de forma individual y fuera de las aulas. En conclusión: un sistema más abierto en pleno siglo veintiuno, lejos de leyes educativas del siglo diecinueve. Qué importa equilibrar la proporción profesor-alumno en el aula si las prácticas docentes no están a la altura para lograr éxito en los resultados.
Para el estudiante empezar el curso implica soñar con tener menos deberes que el año pasado, por mucho que se recalque la obligación de trabajar en casa. Tenemos la tasa más alta de repetidores de toda la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y las tareas educativas en casa se centran en hacer lo que no dio tiempo en el aula cuando deberían estar destinadas a ampliar el desarrollo personal.
El Informe del programa internacional para la Evaluación de Estudiantes, conocido como el informe PISA, es llevado a cabo por la OCDE para medir el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. No evalúa al alumno sino al sistema en el que está siendo educado y se realiza cada tres años. Además de analizar el método promueve la mejora por lo que estamos en el momento de ver esos objetivos.
Esta es semana de rentrée estudiantil: cuadernos y estuches a estrenar, mochilas que publicitan héroes llamados a no crecer nunca y ropa lustrosa para inaugurar pupitre, amistades y aspiraciones. El paquete es novedoso en inicio de curso; pero frente a esa primicia la realidad dice que se ingresa en una Educación con Ley Orgánica de 2006 y mejorada en 2013 donde se invierte lo mismo que en los años ochenta, es decir, se ratifica lo dicho por el creador del informe PISA, el investigador alemán en Educación, Andreas Schleicher, quien además destaca que se memoriza mucho pero no se aplica lo aprendido.
El estudiante español es bueno al reproducir los contenidos, lógicamente resultado de ejercitar la memoria, y no lo es tanto al aplicar ese conocimiento con creatividad, teniendo una idea conceptual y profundizando en lo aprendido para crear estrategias de pensamiento complejo. Se ha invertido en los ratios por aula, algo ahora innecesario debido a la baja natalidad española, y menos se ha dedicado al profesional educativo; eso sin hablar de la crítica que merecen la sucesión de leyes. Otros países cambian la legislación cada quince o veinte años y se centran en modificar comportamientos y hacer más profesional al alumno intentando que para los profesores sea menos industrializado. Estos deben trabajar más en equipo y disponer del tiempo suficiente para reflexionar con los alumnos de forma individual y fuera de las aulas. En conclusión: un sistema más abierto en pleno siglo veintiuno, lejos de leyes educativas del siglo diecinueve. Qué importa equilibrar la proporción profesor-alumno en el aula si las prácticas docentes no están a la altura para lograr éxito en los resultados.
Para el estudiante empezar el curso implica soñar con tener menos deberes que el año pasado, por mucho que se recalque la obligación de trabajar en casa. Tenemos la tasa más alta de repetidores de toda la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y las tareas educativas en casa se centran en hacer lo que no dio tiempo en el aula cuando deberían estar destinadas a ampliar el desarrollo personal.
El Informe del programa internacional para la Evaluación de Estudiantes, conocido como el informe PISA, es llevado a cabo por la OCDE para medir el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. No evalúa al alumno sino al sistema en el que está siendo educado y se realiza cada tres años. Además de analizar el método promueve la mejora por lo que estamos en el momento de ver esos objetivos.
