Opinión

El muro del Sáhara

Vamos acabando 2019 y sigue sonando la celebración de la caída del  Muro de Berlín, ese acontecimiento histórico de la segunda mitad del siglo veinte que ha dado gloria y esplendor a un Mijaíl Gorbachov, secretario general del partido comunista de Rusia, quien dos años antes quiso hacerlo desaparecer. Son 30 años de aquel derrumbamiento: en la parte oriental la RDA, (República Democrática Alemana),  que hizo el muro con la palabra democrática en sus siglas; y en el lado occidental los no comunistas de la RFA (República Federal Alemana). La mentira ha hecho tanta Historia como la verdad y en este hecho el jefe de Estado de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, estaría hoy de moda por su falsa puesta en escena al decir, a menos de mes y medio antes de construirlo, que nadie tenía intención de levantar nada en la capital alemana.
El Muro de Berlín se construyó para impedir la fuga de ciudadanos que huían de la parte socialista al lado occidental. Empezó como alambrada con púas para pasar a muro de cuatro metros de altura y llegar al momento de su derribo como muralla de planchas de hormigón con cables de acero incrustados y rejas con descarga eléctrica. Una pared digna de campo de concentración con metros lisos por delante y por detrás sembrados de minas antipersona.  El cantante valenciano Nino Bravo dedicó la canción “ libre” a una mujer, ocultando  que se refería  al primer caído por buscar la libertad entre alemanias. A Fechter de 18 años le dispararon mientras trepaba y murió desangrado bajo la mirada de unos y los gritos en el aire de los occidentales. La canción se escribió diez años más tarde de aquella muerte en 1961, recién inaugurado el símbolo de la guerra fría y de la vergüenza.
EL muro alemán tenía 155  kilómetros y hoy vivimos con uno de arena  de más de 2720 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho construido por Marruecos en el Sáhara Occidental. Tiene bunkers, vallas y campos de minas para evitar la vuelta de los refugiados saharauis que formaron parte de la colonia española hasta 1975, que se entregó a Marruecos y Mauritania. En aquel momento el ejército español abandonaba definitivamente el territorio y con la Marcha Verde  unos 250 mil civiles marroquíes marcharon a las tierras de los saharauis y formaron el Frente Polisario para recuperar sus tierras. El enfrentamiento con Marruecos terminó con el cese del fuego logrado por la ONU en 1991.  Hoy Marruecos gobierna el 80 por ciento de los territorios saharauis y el Frente Polisario el 20 por ciento. Se le llama muro de seguridad;  pero no deja de ser el muro humillante  del siglo actual. Las cifras desvelan entre 10 y 40 millones de minas y  de estar defendido por unos 100 mil soldados marroquíes. Empezó a construirse 9 años antes de que cayese el muro alemán. Fuera de los intereses económicos hacia la costa y donde están los marroquíes, en tierra de nadie y en pleno desierto de interior y conocida como zona libre viven 30 mil personas a la espera de que Marruecos, Naciones Unidas e incluso España les den voz sobre la independencia, el retorno de los refugiados saharauis o el crear la autonomía. Pero nadie se desvela para hacer sonar una canción que mencione que tras la frontera está el hogar, que como el sol cuando amanece son libres o que ni el viento recoge mil lamentos.

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