Opinión

Consumo de vacaciones

Una sociedad inocente y fuera de toda culpa campa a sus anchas por la geografía española. Nuestro país cae en brazos del consumo de vacaciones tras haber madurado durante casi cien días de Covid-19 y con silencio inducido. La holganza tiene oficialidad desde hace tres meses por lo que este tiempo no llega con eslogan de descanso.

Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas es el grito alegre de esta estación porque, al final, nos visitan. Volamos de nuevo y saltamos entre provincias; mientras los letreros proclaman playas con jornadas atípicas. La libertad, la igualdad y la impostura cohabitan en duplicidades de las ayudas sociales. El Ingreso Mínimo Vital, por gala de los bienes del Estado,  respira sin mascarilla  y hace aumentar los migrantes con ayudas. Los préstamos y subvenciones a fondo perdido se preludian como solución temporal a la crisis Covid-19 y  algunas fuerzas crecen en esta crisis económica al tiempo que las utilizan políticamente.

Los juzgados llevan tres meses de retraso y  ahora con menos juicios dan  alegría a los culpables de diversas causas. Los reencuentros  en las residencias son el emoticono de sonrisa mientras vemos buena armonía de reconstrucción en el Ayuntamiento de  Madrid con un alcalde que se traslada en moto bajo la mirada de habitantes complacidos por la forma de ser de ese hombre menudo. La campaña contra la presidenta de la Comunidad de Madrid hace olvidar que propios y extraños se liberan de la delimitación de movimientos y se  pone a raya la  responsabilidad  para hacer frente a un virus, que está ahí y para el que no hay vacuna. 

Pasamos de estar encerrados y el turismo despierta el chapuzón que llevamos dentro para  hacer limpiar la peor tragedia económica desde la Guerra Civil. Se eliminan cuarentenas a los visitantes de fuera de frontera y la España vaciada tiene todas las probabilidades de descongestionar la costa. El lenguaje de los símbolos ha cuajado y ondea la bandera de reactivación del sector turístico español estando todos con el agua al cuello.

Las termas del Imperio Romano fueron culpables de la expansión del germen de la tuberculosis. Esta afección se ramificó  con la expansión de los cuarteles romanos, a igual importancia que la de las piscinas en época de la superpotencia del Mediterráneo. El tiempo ha ayudado a saber cómo se diseminó esta enfermedad, que apareció en África. Las fechas de su expansión están muy relacionadas con los eventos significativos del ascenso y caída de las civilizaciones del pasado. Debemos tomar nota.

Madrileños por España y españoles por  las piscinas  ponen el  añadido del baño como patrimonio de la libertad post Covid-19. El agua, que ha hecho milagros, toma el protagonismo y deja a la vista los cuerpos entregados a estos casi tres meses. Los paisajes paradisíacos de playas se han imantado a la nevera como asignatura pendiente. Sin cuarentenas y con el agua al cuello hasta los perros aúllan de otra manera y la naturaleza parece alegrarse de volver a tener visitantes, sean estos buenos o malos ciudadanos. España te espera y Galicia vuelve.

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