Opinión

Chotis de parranda

Se confirma, una vez más, que Madrid es la cuna del requiebro y del chotis como decía Agustín Lara en el conocido pasodoble. Al piropo y la galantería se imponen los regates y titubeos en pleno campo de la pandemia. El trimestre se presenta, cuando menos, confuso teniendo en cuenta que mientras se reunían el presidente del Gobierno de España y la presidenta de la Comunidad de Madrid, para hacer frente común a la enfermedad y romper el aislamiento entre administraciones, en la calle había concentración contra los cierres en la capital. ¡Ay Madrid, Madrid, Madrid! Hasta el compositor e intérprete mexicano dejó dicho: "vas a ver lo que es canela fina y armar la tremolina cuando llegues a Madrid". Sí, en Madrid se está bailando, y  visto lo visto se hace  a ritmo de salón con el chotis como estrella invitada: el hombre de puntillas y parado y la mujer moviéndose en ochos, pasos cruzados y adelante y atrás para girar al varón, que si es bien chulo, puede levantar un pie y girar sobre el otro metiendo la mano izquierda en el bolsillo del pantalón.

El Madrid de la capitalidad vuelve a sonar como blanco de las miradas y diana de adversarios políticos. Felipe II la eligió como capital en el siglo dieciséis porque no tenía competencia eclesiástica de Toledo y mirando a Valladolid no quería las revueltas comuneras. Presentaba terreno limpio para su propia creación y la de su Corte. Una decisión cuando Madrid era como cualquier modesta ciudad castellana.

Fueron capital Valladolid, Sevilla, Cádiz, Valencia, Barcelona, Burgos y Alicante. Todas ellas representaron el epicentro de la vida política y cultural de España. El ilustre lema:  "Imperial, coronada, muy noble, muy heroica y excelentísima Villa de Madrid" pone a este otoño los colores variables de los vientos que corren. Se va el verano con la pandemia más descontrolada en julio. La recién estrenada estación  presenta cara de circunstancias porque los profesionales que dieron todas sus fuerzas en marzo, no están dispuestos a repetir hazaña, trabajando sin horarios en la segunda oleada, admitida ya por Fernando Simón.

La entrega, en cuerpo y alma, de los sanitarios ha sellado tatuaje de fatiga y de horror tras lo sufrido en marzo. La rápida desescalada,  la pésima gestión política y una atención primaria débil en recursos nos lanza a un otoño en ebullición Covid, que en contra de todo pronóstico, no ha sido mantenido a raya por el calor. 

El otoño pone reloj de invierno en octubre; mientras, el Parlamento Europeo debate eliminar los cambios de hora a partir del 2021. Existe la posibilidad de que no se vuelvan a mover las manecillas en primavera y otoño en la Unión Europea.

No hay curación y estamos a punto de volver a ver la caída de las hojas. No habrá sobreesfuerzo sanitario para lo que está llegando y seguimos sin financiar la investigación al tiempo que las fases de ésta se acortan por ver quien llega primero a la vacuna. Los daños mal curados se perdonan al que baile el mejor chotis, y de chotis en chotis se nos va el ritmo.

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