Opinión

Más electoralismo

Aquí se resuelven los problemas según la incidencia que puedan tener en la batalla electoral.

En las últimas semanas los anuncios de ayudas, prestaciones y subvenciones han sido constantes, lo que ha provocado satisfacción en los sectores a los que iban dirigidas, donde el gobierno socialista esperaban recuperar votantes que se le habían escapado y atraer a muchos que nunca habían cogido la papeleta del PSOE. Otra cosa es que la gestión de esas ayudas haya alcanzado a todos los que consideraban que tenían derecho a ellas, o que fueran capaces de reunir la documentación necesaria para tramitar esas subvenciones. Y ahí es a donde vamos.

La Ley de Memoria permite votar a los nacionalizados españoles, pero aquellos que quieren hacerlo, la mayoría de ellos latinoamericanos, se encuentran con esa dificultad, que la administración está absolutamente bloqueada, es imposible conseguir la cita previa que se exige para ser atendido. Que no cunda la alarma: el ministerio de Escrivá se ha apresurado a contratar a centenares de personas para atender las solicitudes, dicen las malas lenguas de su ministerio que a unas seiscientas, mientras se desesperan millones de españoles que llevan ni se sabe el tiempo tratando de gestionar el alta de sus pensiones, bajas y altas laborales y cualquier tipo de documentación imprescindible para solucionar sus problemas. La consigna es que hay que nacionaliza al mayor número de inmigrantes antes del 28 de mayo. Por algo será.

Se ha producido otra noticia máxima relevancia pero que hay que coger con pinzas porque el tinte electoralista también obliga a no dejarse llevar por el optimismo. Se trata de la conversación telefónica que han mantenido el jefe de gobierno británico, Rishi Sunak, y Pedro Sánchez.

Se ha anunciado prácticamente como la solución del eterno problema de Gibraltar, noticia que esperan desde hace décadas la mayoría de los españoles, sobre todo los que residen en la zona y son víctimas de los vaivenes políticos, de las exigencias de los gibraltareños, las humillaciones que nos infringen constantemente, y la indignación que supone que muchos de los gibraltareños que más presumen de británicos residen la mayor parte del tiempo en sus mansiones españolas, donde disfrutan de todo aquello que no encuentran dentro de los límites del Peñón.

Sunak y Sánchez, según la versión española, están de acuerdo en buscar una solución para el futuro. Es lo mismo que nada, eso mismo lo han dicho todos los gobernantes anteriores. Se han producido negociaciones a dos y a tres, con Gibraltar dentro y fuerza de la delegación británica, con el importante añadido de los Reyes Juan Carlos y Felipe reivindicando en el parlamento británico que se busque una solución. No ha habido manera.

Es decir, el resultado de la conversación Sánchez-Sunak no supone nada nuevo, qué más quisiéramos. Ojalá nos equivoquemos y no sea más de lo mismo, de lo de siempre. Pero no nos equivocamos en cambio al señalar el electoralismo de considerar un hito esa conversación.

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