Opinión

Todos los tiranos

Los familiares de aquellos que han asumido vocacionalmente el delicadísimo encargo histórico de constituirse en oposición a Nicolás Maduro, recorren desde hace tiempo el continente intentando explicar a los europeos cómo se las gasta en su país. Venezuela es un país inquietante que lleva casi un siglo coqueteando con  la tragedia, y recuerdo yo lo que me contaban personas que conocí y que viajaban con frecuencia a aquel país, sobre las singularidades de una juerga política permanente entre adecos y copeyanos que heredaron el país de las manos de aquel bárbaro del general Pérez Jiménez, y a los que siempre les podían las prisas. La constitución venezolana creo recordar que no permitía repetir mandato tras una legislatura de seis años, y había un tiempo muy limitado para que los que gobernar en cada momento pudieran hacerse inmensamente ricos en un país en el que la gente comía y cenaba con wisky de marca. Un país que produciendo todo a manos llenas y entre otras cosas petróleo, se vivía sabiendo que los que mandaban robaban pero disculpando el latrocinio porque según me dijeron los que de allí venían, había recursos y posibilidades para todos.
La mujer de Juan Guaidó es la que se encarga en estas horas extremas, de pasear el nombre de su marido por los países de Europa  esperando conseguir el respaldo definitivo de los líderes continentales y una política unitaria para aislar al déspota de Maduro que es una acémila lo que le convierte en un sujeto todavía más peligroso. Dicen los tratados políticos que incluso más peligroso que un oligarca son sus colaboradores, porque en torno a la figura madre, suele tejerse una especie de guardia de corps en clave de maraña compuesta por familiares, colaboradores y empesebrados que abusa, chantajea, roba, aterroriza, corrompe a su vez, y mata.
La esposa del opositor no se cansa de declarar en los periódicos que lo menos grave en caso de que su marido fuera localizado es que lo detuvieran y lo encarcelaran aunque una situación de preso político allí debe ser una tortura. En un régimen podrido como el de Maduro, que además está desesperado, lo normal es que acaben por matarlo. Lo que le peligra a Guaidó no es la continuidad política sino la vida. Hasta ahí hemos llegado.

Te puede interesar