Opinión

Soplar y sorber

La “ensoñación” que, según texto judicial, ha representado la efímera República independiente de Cataluña cuya duración estiman los historiadores es exactamente de 12 segundos, ha suscitado una calculada  y salvaje respuesta en la calle, elaborada desde hace tiempo, y puesta a la orden de un sujeto de catadura moral ínfima llamado Joaquim Torra que ha sido capaz de soplar y sorber al mismo tiempo. Hace mucho que los políticos no son capaces de catalogar el alcance de sus palabras y ninguno piensa sus consecuencias. Torra salió de madrugada para condenar una violencia que adjudicó por sí mismo a grupos violentos ajenos a su proyecto, y lo hizo el mismo día en que por la mañana se personaba en uno de los múltiples cortes de carretera que establecieron esos violentos y que sus fuerzas del orden tenían la obligación de impedir. Torra es tan indecente que puede ejercer de agitador máximo y de jefe de los guardias al mismo tiempos. Los policías a los que su propio conceller de Interior envía a batirse contra los bárbaros que han convertido Barcelona en un campo de batalla. Como sospechó que sus policías se habían pasado en el restablecimiento de la normalidad, ordenó al máximo responsable de los Mossos d’Esquadra que dimitiera, y recibió la respuesta que merecía. La negativa a dimitir. “Yo hago mi trabajo y si no me quiere, me echa”… Torra, que es un cobarde patológico como lo es Puigdemont –no debemos olvidar que unos minutos después de proclamar la República se desdijo y explicó que aquello era poco menos que una broma- y se achantó también. Y presionado por su ambiente, de mala gana y muerto de miedo, accedió a protagonizar una comparecencia institucional que duró dos minutos y no admitió ni preguntas ni réplicas. Una declaración vergonzosa. Un personaje deleznable.
Dice un amigo mío que no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos y por tanto no se puede hacer una revuelta de la que salgan todos ilesos lo cual es, por desgracia, completamente cierto. La situación de Cataluña es la que corresponde tras años y años de sembrar odio, de contar mentiras, de modificar la Historia, de manipular conductas y de lavar cerebros. Por lo tanto, todos sabíamos cómo iba a empezar esta enloquecida carrera. Lo que no sabemos es cómo va a terminar. No bien, por cierto.

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