Opinión

La sinfonía del despiste

En los muy frecuentes periodos en los que esta situación de forzada inactividad que impone la crisis del coronavirus me ha invitado a asomarme al balcón televisivo, me he convertido en testigo presencial de situaciones a las que no resulta fácil otorgar una explicación coherente. Ayer por la mañana, me topé con las declaraciones de uno de los representantes sindicales de la metalúrgica Alcoa de Lugo que parece condenada a la clausura. El portavoz en cuestión, apareció en la primera cadena de RTVE y en horario de máxima audiencia, condiciones que le proporcionaban la posibilidad de hacer llegar sus justas reivindicaciones a todos los rincones del país. El muy insensato nos explicó sus peticiones en gallego y con la boca tapada por una mascarilla, razones por las que ni yo mismo -que estoy algo habituado a la lengua-  fui capaz de entenderle una sola palabra de lo que dijo. Estoy completamente convencido de que los espectadores de Soria, Campo de Criptana, Badajoz, Fuendetodos, Dos Hermanas o Miranda de Ebro por poner ejemplos diversos, se quedaron con las ganas de sabe qué diablos decía aquel tío, quien perdió la posibilidad que le puso en bandeja el ente público –y no suele hacer concesiones a noticias que puedan poner en duda la santidad del Gobierno- para hacerse oír en todos los rincones del país. Yo estoy entre sus atribulados compañeros que se están jugando en estas acciones reivindicativas su futuro, y le retiro el saludo.

De sorpresa en sorpresa, revisando los materiales de los que están hechos los sueños informativos, me acabo de enterar de que ese Gobierno al que nos hemos referido, ha dado luz verde al comienzo con público de la temporada taurina. Habrá espectadores en las plazas de toros aunque con carácter restringido, como ya lo hay en los museos, en los teatros y en los cines. No los habrá en el fútbol, y me preguntó por qué. Si en mi opinión la vuelta del fútbol a grada desnuda es una auténtica locura, los toros con aforo en las plazas no le van a la zaga. Pero hay más cosas. Una ministra declara por la mañana cierto calendario para abrir fronteras que es inmediatamente desmentido por su propio consejo de Ministros.

Yo espero que antes de que nos instalemos definitivamente en la “nueva normalidad”, nos enseñen a usar correctamente las mascarillas, cuya aplicación hemos ido aprendiendo, basados en el sistema de prueba-error, por nosotros mismos.

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