Opinión

Se veía venir

Salvando el dudoso comportamiento de los representantes políticos en su interpretación del suceso que atañe al futbolista Vinicius y cuyo estudio pormenorizado transmite un ligero pero perceptible aroma de inquietud y sugiere la casi certeza de que los partidos solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, el escándalo de Melilla acapara la máxima atención en el ecuador de la campaña. En ambos fenómenos subyace la sospecha de que ha pasado lo que tenía que pasar y en ambos también se percibe la posibilidad de que los que tenían que reaccionar han reaccionado tarde, mal y arrastro.

Los más veteranos no se han recatado de proclamar que lo de la venta del voto por correo es una práctica que lleva tiempo infectando el proceso electoral en Melilla. El conejo ha saltado en esta ocasión cuando algún funcionario leal y perspicaz ha comprobado que los votos por correo recibidos triplicaban largamente los índices que se registraban en el resto de las demarcaciones electorales del país, y comprendió que allí había gato encerrado. Lo curioso de todo ello es que en Melilla todo el mundo parecía conocer que estas cosas ya se hacían, e incluso se han llegado a hacer públicas las tarifas que rigen el negocio a cien pavos la pieza.

Tampoco deben ser desconocidas las mafias que controlan el garito porque nadie ha puesto cara de sorpresa cuando se ha facilitado la noticia de que la policía detenía en la mañana de ayer al número 3 de la lista por Coalición de Melilla y al yerno del líder del mencionado partido, dos personajes que, según cuenta la memoria de los ciudadanos de la plaza, están metidos en estos hasta los pelos desde hace algún tiempo. El primero de ellos es nada menos que consejero de Distritos, Participación Ciudadana y Juventud del gobierno autonómico, un conocido ciudadano local llamado Mohamed Ahamed. Las noticias ponen los pelos como las varillas de un paraguas. La operación se ha saldado con doce detenciones y algunos de los detenidos fueron interceptados cuando se disponían a abandonar la ciudad a bordo de un barco.

La pregunta es la de siempre. Hoy se ha desarticulado la trama pero, ¿se pueden considerar válidas las elecciones anteriores sabiendo que la situación era la misma?. Pues esta reflexión es como la de Vinicius. Se veía venir y nadie le puso cerco.

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