Opinión

Rivera tenía razón

Cuando Albert Rivera se negó en redondo a establecer un pacto de cualquier condición con Pedro Sánchez, el electorado le sometió a un durísimo castigo, negándole mayoritariamente el respaldo y obligándole por último a firmar su retirada de la política. Un Rivera muy fatigado de batirse durante la mayor parte de su carrera política en territorio comanche, y cansado de soportar los desplantes y las abundantes faltas de respeto y consideración con que le castigó Sánchez, acabó rindiéndose y renunciando a todos sus compromisos políticos incluyendo el control del partido que él mismo había creado. Un partido que construyó casi de la nada. Y que de la nada también, hizo escalar peldaños tras peldaño hasta convertirlo en árbitro de la política nacional. Ciudadanos ganó las elecciones catalanas de 2015, pero el votante no le perdonó haber renunciado a respaldar la candidatura de Sánchez en noviembre de 2019, y hubo de enfrentarse a un batacazo que lo dejó en 10 escaños tras haber alcanzado 57. Visto lo visto y sin arrepentirse un ápice de una postura que seguía sosteniendo y no enmendando por la que pactar con Sánchez era sinónimo inapelable de estafa, se marchó a casa. Fue padre de una niña junto a la cantante Malú, y se convirtió en un referente  insustituible en uno de los bufetes de abogados más solicitados de Madrid.  

El tiempo le ha dado la razón y ha demostrado que estaba en lo cierto. Sánchez es un mentiroso compulsivo y un ambicioso patológico, de modo que aquel sainete en el que fingía tender la mano y otras zarandajas era  no solo una mentira sino una infamia. El Sánchez más desaforado y desleal lo ha padecido ahora Inés Arrimadas, que ha terminado por tirar la toalla y renunciar a un acuerdo con el presidente mientras una buena parte de aquellos que retiraron el saludo a Rivera, entienden hoy las razones que le obligaron a abandonar. Lo entienden ahora, cuando se han percatado de la calidad moral del huésped de la Moncloa.

Sin embargo, de algo ha servido el vano intento de Arrimadas. Ha servido para presentar el verdadero Sánchez y quizá para aunar muchas fuerzas dispersas a las que puede aglutinar en su contra el propio Sánchez. E incluso poner el hombro para que sobre él llore a moco tendido un desconsolado y traicionado Felipe González.

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