Opinión

De la ortopedia y la raza

Andrés Sánchez, el “Tato”, fue un torero decimonónico al que el saber popular atribuye las mismas virtudes que el irreductible equipo de fútbol del Alcoyano cuyo delantero centro lanzaba los saques de esquina y salía corriendo para rematarlos. Al diestro le dejó sin media pierna un morlaco en la plaza de  toros de Madrid en 1869. Cogido cuando entraba a matar al toro “Peregrino”, la herida se infectó y, para detener la gangrena los médicos terminaron apuntándole el miembro herido cuatro dedos por bajo de la rodilla. Lo hicieron a pelo y en su propio domicilio de la calle Espoz y Mina donde, al parecer, cada vez que sus amigotes iban a visitarlo, organizaban un jolgorio flamenco que ponía patas arriba el vecindario.

La capacidad del “Tato” para afrontar la desgracia se confirmó a continuación, cuando el diestro encargó una pierna ortopédica que le hicieron en Londres y con ella puesta se propuso volver a los ruedos. Y de hecho volvió en Badajoz y no pudo matar el toro y lo reconoció llorando en el estribo del burladero. Trató de repetir la suerte en  Valencia y en Sevilla, lamentablemente con el mismo resultado. Pero a pesar de que el público no le toleró más intentos vanos, también le reconoció su bizarría y su voluntad. Se retiró muy reconocido por su hombría y su fuerte temperamento que le impedían rendirse. Cuando Rajoy lo citaba en sus discursos había razón para hacerlo y en estos tiempos negros en los que estamos viviendo, un referente de valentía ante la adversidad nos  viene la mar de bien a todos. También las escenas de humor negro que jalonaron  los episodios posteriores a la amputación y el destino que se le dio al miembro nos delatan, una cadena de sucesos a cual más chocante que define con dramática perfección lo que hemos sido, somos y seremos este pueblo hispano. “La parte de la pierna cortada –se lee en una gaceta de prensa de aquellos días- se halla convenientemente colocada en un gran frasco lleno de espíritus preparados, y se halla en la droguería y perfumería universal central de la calle Fuencarral número 11, si es que el apoderado del diestro no se la ha llevado ya”.

No se la llevó. Unos días después, el establecimiento ardió por los cuatro costados con ella dentro. La pierna ortopédica se exhibió en la Exposición Universal de Paris del año 1900. Ahí es nada.

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