Opinión

El nuevo Mariano de siempre

Yo conocí a Mariano Rajoy cuando era concejal del ayuntamiento de Pontevedra, creo que era el año 83 u 84, e hicimos muy buenas migas, sintonía que se prolongó durante el tiempo en que permaneció haciendo política en Galicia –fue presidente de la Diputación, diputado al Congreso encabezando la lista por Pontevedra, y vicepresidente de la Xunta tras las crisis protagonizada por José Luis Barreiro- hasta que decidió liarse la manta a la cabeza y marcharse a Madrid, una decisión que me explicó personalmente cuando tuvo la deferencia de invitarme a comer en la capital para contármele y razonarla con el pragmatismo socarrón y la bonhomía que siempre le ha caracterizado, lo que nunca ha sido óbice para otorgar tratamientos profundos y meditados a las cosas que, según su catálogo de prioridades, lo merecen. Es muy difícil llevarse mal con Rajoy, y yo me llevé muy bien con él, y conocí de primera mano cómo estuvo a punto de matarse en aquel accidente de coche que le obligó a dejarse barba para escamotear la cicatriz del labio, sus aventuras continentales siguiendo al Real Madrid del que ambos somos seguidores convictos y confesos, y  muchas otras cosas más de mayor calado y más enjundia, que compartí en aquellos días y que aún recuerdo, valoro y guardo. Si Rajoy no existiera habría que inventarlo.
No volví a ver a Mariano salvo unos pocos y fugaces encuentros en un aeropuerto, durante una campaña en la calle, en algún acto oficial y poco más. Ayer, cuando me asomé para ser testigo de su presencia en El Hormiguero de Pablo Motos, volví a encontrar al Mariano auténtico, honorable y socarrón que yo recordaba con cariño y con profundo espeto. Al gallego de libro que no pierde ni el sentido del humor ni, por supuesto, el sentido más honesto y destacable del ejercicio del poder que presidió su trayectoria política y consiguió que una vez cortada la coleta le echemos de menos y le añoremos tanto –otro vendrá que bueno de hará- a la vista de este disparate al que nos están abocando los que le plantearon una moción de censura que se ha manifestado como completamente inútil pues seguimos en una situación de inoperancia y bloqueo institucional desde el 1 de junio de 2018 y con los presupuestos de Montoro.
Me voy a comprar su libro.

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