Opinión

No se lo crea

En situaciones excepcionales, y la que estamos viviendo lo es y de las buenas, la conjunción de falsas noticias, teorías imposible y bulos de toda naturaleza prolifera a chorro abierto. Se trata de un ámbito particularmente bien abonado para que crezcan y se multipliquen este tipo de fenómenos, amparados además por las redes sociales que adquieren, en nuestras circunstancias, una jerarquía que tal vez ni siquiera merezcan. Es verdad que el confinamiento no lo es tanto y se puede sobrellevar con relativo confort aplicando el uso de las nuevas tecnologías, pero es verdad también que  en tiempos de zozobra, el dudoso papel de informar a la sociedad se vuelve en un  ámbito semejante, aún más oscuro que durante el trascurso de la normalidad. La gente, muy mediatizada por el miedo, se torna más crédula, y basta con que aparezca en pantalla un sujeto con acento de ultramar y gesto severo explicando cómo se puede hacer una mascarilla casera partiendo de elementos comúnmente sencillos de encontrar en los hogares para que todo el mundo se lance a rebuscar en cajones y alacenas para hacerse las mascarillas con estos elementos. Goma de mascar, papel cello, y linimento… digo yo, por ejemplo.

Leí hace algún tiempo las juiciosas reflexiones de un médico quien aseguraba que si uno se bebía una copa de vino al día estaba estimulando la circulación, el ritmo cardíaco y no sé cuántas cosas beneficiosas más, pero que si uno se bebía una botella diario se convertía en un borracho crónico y se colocaba irreversiblemente en la pista de despegue hacia el otro barrio. Sospecho que aquí pasa  lo mismo. Si uno es capaz de gestionar con prudencia y sentido común el uso de las redes sociales, obtendrá un beneficioso resultado. Pero si se sumerge en sus garras, acabará completamente perdido de la cabeza, creyéndose todo lo que se cuelga allí y tratando de fabricarse un traje de buzo partiendo de una camiseta del Celta tratada con sosa caústica.

Las crisis son lo que son y hay que tener ojo con ellas. En mi modestia, mi recomendación es la de ponerse a salvo de los bulos y usar los nuevos canales para disfrutar de la música que, desde que el mundo es mundo, cuenta con la virtud enorme de amansar a las fieras. Y tal vez este cabrón de coronavirus al fin y al cabo lo sea.

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