Opinión

La mala educación

Para mi hondo pesar de españolito veterano que ya ha visto de casi todo, la ceremonia de apertura de las Cortes presidida por el rey Felipe VI manifestó como pocas veces un problema que poco tiene que ver con conceptos como los derechos y libertades, el de las mayorías o minorías e incluso con la adscripción política porque denota simplemente la mala educación y ese es un mal patrio que se hace presente con demasiada frecuencia. Los desplantes de diputados y partidos políticos sentados en las bancadas del Hemiciclo que se niegan a levantarse de sus asientos cuando el monarca y su familia llegan o se despiden, los absurdos y ofensivos mensajes de algunos de ellos en su cuenta de twiter, las camisetas con lemas interesados, la presencia de una bandera republicana en los palcos y otras muchas muestras de reafirmación ideológica en el día en que se abre una nueva legislatura no son otra cosa que ejercicios baratos entre la puerilidad y la falta de respeto. Vulgares fuegos de artificio maleducados y absurdos en un marco que es de todos y que exige a los que en él habitan un principio de solemnidad y respeto con el que no es lícito hacer juegos malabares. Como veterano españolito, digo, me siento seriamente dolorido  aunque es igual que lo escriba y que lo cuente. Aquellos que no entienden la necesidad de respetar las propias instituciones seguirán desarrollando el juego y seguirán manipulando la conciencia de los españoles.
Sin embargo, este panorama sombrío no puede hacer olvidar y mucho menos al rey, que ha puesto palabras a la apertura de un nuevo ciclo parlamentario en el que un elevado tanto por ciento de los presentes desea privarle del trono y desde la institución a las que acceden va a trabajar activa e incansablemente para ello. Y que otro tanto por ciento menos apreciable pero igualmente activo utiliza su condición de diputados para tratar de quebrar la unidad territorial del país, utilizando para ellos los cauces democráticos que la Constitución que no aceptan les propone. Y que cobran además un buen dinero por ello. Es, a no dudarlo, una situación difícil. Iniciamos una legislatura clave y sembrada de espinas así que, este acto de ayer es un acto que solo sirve para determinar un principio. Lo complicada es adivinar por dónde discurrirá su final.

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