Opinión

Los lectores y los libros

Durante los últimos años, el índice de lectura de nuestro país ha mejorado notablemente y se ha situado en el 65’8 % entre los países `pertenecientes a la Unión Europea, aunque los mismos estudios indican que el 40 % de estos lectores nunca lo hacen por pura diversión. Son los madrileños los que más leen –en torno al 70%- muy por encima de la media nacional, lo que está realmente muy bien pero no puede hacernos olvidar que aproximadamente un 40% de la población del país no lee. Y cuando se dice que no lee no se está utilizando un recurso estilístico sino la pura verdad. No lee.
Como consecuencia de la indudable mejora de estas cifras, -que han conseguido salvarnos de la vergonzosa posición de terceros por la cola que ostentábamos hasta este último estudio solo superados por Grecia y Portugal- o digo yo que será por eso, todos aquellos que tienen un cierto renombre se han decidido a escribir sus memorias basándose habitualmente en sus propios recuerdos y el asunto debe funcionar para los editores porque a esta moda se han apuntado con entusiasmo centenares de personajes de más o menos nivel. Son libros que se venden muy bien, porque pocos son capaces de sustraerse a ese gusto por los chismes de portería que tanto éxito tienen, pero también son libros que muy escasas veces responden al interés que despiertan. Especialmente si los firmantes son políticos en situación de retiro porque los autores suelen sucumbir al deseo de adoctrinar al personal y resaltar su propia posición de privilegio en el contexto histórico,  lo que suele jugar en contra del interés del texto. Últimamente ha sido José Bono el que ha aceptado las delicias de un suculento adelanto por contar sus recuerdos, y sin embargo, los críticos coinciden en afirmar que son recuerdos inútiles y que mucha enjundia no tienen. Bono se ha llevado un cheque de lo más apetitoso y lo que cuente es harina de otro costal.
Personalmente me conformo con suponer que estos libros construidos con un número mayor o menor de confidencias pueden servir al menos para tomar nota de los errores cometidos y no volverlos a cometer, pero a la vista del panorama no estoy yo tan seguro de que sus enseñanzas sirvan para algo. Leen más las mujeres que los hombres y a lo mejor ese el camino bueno.

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