Opinión

Los escenarios caseros

La necesidad de confinamiento que nos ha mandado a todos a casa -y especialmente a los más viejos del lote- ya va para cuarenta y tantos días, ofrece también la posibilidad de utilizar diariamente los argumentos tecnológicos que nos ofrece  nuestro momento y que probablemente no utilizábamos en nuestra vida cotidiana porque no era necesario hacerlo. Hoy, las cámaras caseras unidas a nuestros dispositivos de comunicación, se han colado en cada uno de los hogares y nos muestran los pormenores de los pequeños santuarios en los que nos movemos de forma cotidiana. Los más observadores sospecho que han ido tomando nota de curiosos detalles y se están fijando en el aspecto de los escenarios que se nos ofrecen como telón de fondo en las comparecencias de los famosos.

Yo he comprobado, por ejemplo, que los periodistas que salen en las tertulias aparejadas ahora por vía telemática, siempre eligen aparecer en escena con la gran biblioteca de su salón de estar a la espalda, quizá para transmitirle al espectador que todos nosotros somos unos tíos y tías muy cultos que leemos hasta reventar y nos movemos en literaturas muy eclécticas lo cuál, y lo digo por propia experiencia, tampoco tiene por qué ser cierto. Las panorámicas que reflejan las estanterías nos enseñan los lomos de  todo lo habido y por haber, de Calderón de la Barca a Muñoz Seca y de Samuel Becket a Pelham Wodhouse, por decir algo, exhibiendo un material muy noble que seguramente está pensado para dignificar un oficio como el nuestro en el que nos movemos sujetos/as que conocemos de mucho y en realidad no sabemos de nada. Hemos visto también que los hay muy coquetos. El secretario general de UGT, José María Álvarez, un personaje ligeramente atrabiliario que tiene pinta de todo menos de aguerrido siderúrgico asturiano, estrena una pashmina de un color diferente a la anterior cada vez que me lo ponen delante de la pantalla. No hace falta añadir que los músicos cuidan mucho  sus fachadas y todos se retratan próximos a un piano y rodeados de guitarras. Es la mercadotecnia que no cesa. Y si no, que se lo pregunten a Iván Redondo, que ha conseguido convertir la política en puro marketing y pone y quita uniformados de las ruedas de prensa desde que el mensaje encomendado al general de la Guardia Civil causó el efecto contrario y no quiere que un error más le deje sin votos.

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