Opinión

Los altos y guapos

El presidente del Gobierno en funciones -que no necesita del Rey ni de nadie para iniciar consultas tendentes a formar Gobierno- se las vio en la mañana de ayer con Albert Rivera del que ya sabe que nada puede esperar salvo sus diputados para respaldar la aplicación del 155. Como esto de la política carece de pies y tiene muy poca cabeza, ahora nos hemos enterado de que está más abierto a echarle una mano Pablo Casado que Rivera, una percepción basada en los datos que nos han llegado de las dos visitas, y que parecen convertir al político catalán en auténtico jefe de la oposición mientras Casado ofrece una imagen menos férrea. A Casado estos resultados lo han dejado mirando a Cangas como si le hubieran dado con un garrote en la cabeza, y a Rivera le han dicho que por el camino que ha elegido no va mal del todo. El caso es que, desde que sale con él, Malú anda averiada de una pierna y ha tenido que dejar los conciertos. El camino es largo y tortuoso que diría McCartney, y tiene algunas piedras que también canta la vieja cueca andina. Pero Rivera  ya sabe por dónde  tiene que tirar, mientras Casado se está hartando de dar palos de ciego.
Pero además del lenguaje puramente político hay un componente de sintonía personal que sospecho hace incompatibles a Sánchez y a Rivera, una antipatía mutua que no se puede ocultar y que ambos ni siquiera se han molestado en tapar con un piadoso disimulo. Tienen un perfil similar, los dos son altos, jóvenes y guapos, los dos se miran con franca satisfacción al espejo, y los dos entienden que uno de ellos está de sobra en este gallinero. Por eso Rivera no ha querido ni siquiera facilitarle la investidura, ni se lo va a poner fácil a partir de este momento, cuando Sánchez sea presidente pero sin los votos de Ciudadanos.
Yo creo entender a Rivera porque también opino que Pedro Sánchez es un sujeto al que todo le parece accesorio salvo él y su propia exigencia. Por eso más vale no pactar, no tener cuentas con él y esperar antes de prestarle apoyo para que te deje tirado a la primera. Casado es otra cosa. Está muerto y él lo sabe. No será el líder del futuro PP sino un personaje de tránsito hasta que vengan mejores tiempos.

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