Opinión

Lo que mal empieza…

No siempre las grandes situaciones necesitan inicios grandes. No siempre las dimensiones que alcanzan los hechos se equiparan a sus semillas. Personalmente estoy cada vez más convencido de que vamos a unas prontas elecciones generales porque la legislatura está carbonizada, el Gobierno de Pedro Sánchez nació cadáver y falleció antes incluso de sentarse en el consejo de Ministros, la exigencia social ha crecido  exponencialmente e impone la necesidad de poner fin a un ámbito que ya no da más de sí… y, porque unas elecciones generales son absolutamente necesarias para legitimar el poder e investir  a aquellos que han de gobernarnos, del poder y la convicción que otorgan las urnas. El propio Sánchez el resistente sabe que no hay posibilidad alguna de prolongar más este desaguisado. Pero también sospecho que la cerilla que ha encendido la mecha y que ha puesto a Sánchez de espaldas a la lona ha sido un asunto casi anecdótico. En mi opinión, el factor que lo ha precipitado todo se llama “relator”, esa figura inexplicable que primero puso a calentar en la banda a la vicepresidenta Calvo, la obligó a saltar al campo y colocarse bajo los palos sin calentamiento previo y, por tanto, a pifiarla. La historia del “relator” le ha dado a Pedro Sánchez y a ese equipo suyo tan estético y pretencioso sin otro apaño para desempeñarse que sus sonoros nombres, el último y más sonoro garrotazo. 
Lo más sorprendente es que esta estupidez -que se suma por otra parte a un cúmulo de majaderías anteriores pretenciosas y sin base alguna que han jalonado una etapa de Gobierno marcada por los disparates, las dimisiones y los decretazo- no estaba en el guión, hubiese sido probablemente relativamente sencilla de camuflar, y no habría alcanzado la notoriedad y la influencia en la opinión pública que ha terminado alcanzo. El  método aplicado por el presidente y su equipo  para gestionar la crisis catalana ha sido catastrófico y la manera de presentar las negociaciones ha resultado aún peor, especialmente porque el Gobierno se ha tragado todo lo que les han mandado. Cuando la opinión pública se ha enfrentado a ese “relator” incalificable e infumable, tan mal impuesto como mal explicado, la gota ha rebasado el vaso. Y ya no hay vuelta atrás.
Supongo que la legislatura se ha agotado que ya es hora. Lo que mal empieza mal acaba.

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