Opinión

Lo malo y lo peor

El mes largo que llevamos de confinamiento nos está obligando a poner a trabajar el talento para llenar las horas y horas seguidas encerrado entre cuatro paredes, un ordenamiento nuevo al menos para los españoles que acostumbran a hacer más de la mitad de su horario cotidiano fuera de las fronteras de su propio domicilio haya o no hay motivo fundado para ello. Somos un pueblo que habita un país amable en el que se toma el sol y se pisan uvas para hacer vino, muy lejano a las latitudes nórdicas donde la meteorología  extrema  empuja a sus habitantes a vivir en sus casas confortables y bien climatizadas para no pelarse de frío, cenar a las cuatro de la tarde porque a las cinco es de noche cerrada, y beber licores destilados porque ni hay viñas ni peras, ni naranjas, ni manzanas, ni plátanos, ni granadas, ni azul cielo, ni playas hermosas, paradójicamente nuestra bendición en tiempos y hoy nuestro castigo. El talento para afrontar el encierro se ha destapado, y nos está volviendo más ocurrentes y más dispuestos, nos obliga a aprender funciones de las que no teníamos una noción ni aproximada hace hoy treinta y tantos días, y nos invita a pintar, a leer, a cocinar, a tocar algún instrumento músico, hacer gimnasia o sumergirse en el atractivo universo del bricolaje casero aunque muchos corramos el riesgo cierto de electrocutarnos tratando de reparar un enchufe o producirnos quemaduras de cierta importancia intentando freír un huevo. 

También nos propone componer canciones apócrifas con la música de grandes éxitos y textos referidos a la maldita pandemia. Y por qué no, a elaborar lo que podríamos equiparar a las listas de éxitos y de fracasos en el panorama hoy vedado de la música en directo a la cinematografía. Las listas de los mejores y los peores de la actualidad vistos desde el encierro. ¿Vamos a hacer un breve recuento? Pues ahí están los peores de la clase capitaneados por la terrorífica rueda de prensa de la ministra de Trabajo, Yolanda Ríos, ahí está la carrera en pelo fuera de las fronteras de su refugio del ex presidente Rajoy, al que las cámaras han sorprendido haciendo footing a cielo raso. O el enésimo ridículo de Tezanos y sus peregrinas preguntas de encuesta manipulada.  Pero lo peor, lo más indecente es el comportamiento de esas comunidades que rechazan la presencia entre sus vecinos de aquellos que se están jugando la vida por el resto, sanitarios, policías, reponedores, personal del super… ¿Puede imaginarse mayor vileza?

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