Opinión

Las fotos de Istragram

La estrategia diseñada por el PSOE para administrar su relación con Podemos en función de la sesión de investidura fichada para últimos de septiembre, no solo define un modelo de actuación política puesto en práctica por un partido político catapultado a la fama por una carambola, sino y sobre todo, define un sistema parlamentario que nos ha sido fiel desde el final de la Transición al que se le están viendo las costuras. Probablemente si cumplimos con los augurios que se advierten en el escenario actual y vamos a la repetición de elecciones, las urnas volverán a otorgar la victoria a Pedro Sánchez incluso por un margen más cómodo como se advierte en las encuestas que los periódicos están publicando en este principio de ciclo parlamentario que se inicia con el primer mes después de las vacaciones. Es el Rey y nadie más quien tiene la facultad de ofrecer a quien crea más dispuesto, el encargo de formar Gobierno, y a día de hoy no existen seguridad alguna de que el líder del partido más votado cumpla esas expectativas. Por tanto, y salvo una aceptación sorprendente por parte de Podemos que equivaldría a una rendición completa y la firma de un certificado de desaparición, nos vamos a una nueva consulta.
Pero ese no es a mi modesto juicio el problema sino el panorama generalizado. Como ocurre con algunos equipos van sacando adelante los partidos sin que hayan establecido un patrón de juego, a la política española le ocurre algo por el estilo. No ha sido capaz de desprenderse de viejos hábitos y a la vez, no ha descubierto talentos jóvenes que ofrezcan ideas lo suficientemente sugestivas como para ilusionar a los votantes. A la política española –cuyo tono general vacuo y melodramático supera con creces en  debilidad e impostura al método parlamentario vigente en siglos pasados- le falta talento, compromiso y grandeza. Ha ido reculando y haciéndose más inútil y medrosa como pasa en muchos otros órdenes de esta civilización de países del primer nivel que están atascados en su propia complacencia. A mí me duele comprobar como una fórmula tan interesante a priori como Istragram ha acabado convertida en una plataforma atestada de pijas y pijos que la usan para mostrar los estupendos/as que están en traje de baño y lo que mola pasar vacaciones luciendo cuerpo y exhibiendo su condición de privilegiados.  Así está todo…

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