Opinión

La vida sigue igual

Coma la alegría estaba durando demasiado, en esto del fútbol hemos iniciado otra vez y como cuenta de suyo nuestra historia, a los instantes sublimes. Son situaciones al límite en las que nos jugamos el pase de ronda, el ingreso en la fase siguiente, la participación en el partido final, a todo o nada. A los que somos viejos estas cosas nos pillan ya muy enseñados, pero las jóvenes generaciones no se habitúan. Y ahora ya toca. Nos enfrentamos a un nuevo momento de trascendencia universal, esta vez contra Alemania en la Cartuja de Sevilla, donde vamos a jugar un partido en el que las dos únicas opciones que valen son ganar o ganar. Ya sabemos que Alemania no es hoy exactamente aquella que le ponía la carne de gallina a Gary Lineker –ya saben “el fútbol es un juego de once contra once en el que siempre gana Alemania”- pero sigue siendo Alemania, ya saben, una formación en la que continúan en pie Muller, Neuer, Kross o Gorezka, que sigue vistiendo el mismo uniforme con retoques mínimos que vestía en el 64 Franz Beckenbauer, y que alimenta leyendas y más leyendas que santifican y demonizan a sus grandes jugadores, desde el jovial “torpedo” Muller al siniestro portero Toni Schumacher, que dejó en coma al francés Battiston de un rodillazo en su salida, jugando el Mundial de España.

Aquel partido se jugó en Sevilla y la escalofriante imagen jamás se ha olvidado, sobre todo si tenemos en cuenta que el árbitro ni siquiera le enseñó al alemán la tarjeta amarilla a pesar de que todavía hoy, con 63 años, Battiston sigue padeciendo vértigos y dolores por aquella atrocidad de la que salió con cuatro dientes de menos, fractura de dos vértebras y de maxilar  inferior. Y trágica anécdota aparte, nos toca ir a Sevilla. A remedar glorias y tragedias en el filo de la navaja que jalonan la trayectoria de una selección nacional que fue tres veces campeona de Europa y una vez campeona del Mundo, pero que vuelve a sus orígenes y a epopeyas necesarias. El cabezazo de Marcelino ante la URSS, el botellazo a Juanito en Belgrado con gol de Rubén Cano, los doce caracoles a Malta, el desastre de Argentina y el hospedaje en la Martona, el codazo de Tassotti a Luis Enrique… Es decir, la vida sigue igual.

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